EL AVATAR KRISHNA – Bhagavata Vahini, Capítulo 35 – por Bhagavan Sri Sathya Sai Baba

      Comentarios desactivados en EL AVATAR KRISHNA – Bhagavata Vahini, Capítulo 35 – por Bhagavan Sri Sathya Sai Baba

EL AVATAR KRISHNA

Bhagavata Vahini, Capítulo 35
por Bhagavan Sri Sathya Sai Baba

Escuchando esta plegaria, Suka le dijo a Parikshit: “0h Rey, en verdad, los Leelas de Krishna (juegos divinos del Señor) son, como dijiste, asombrosos, maravillosos; pero, sin embargo, dulces y significativos. No están manchados por el deseo de mostrar la naturaleza Divina. El hombre común es atraído por la pompa externa y los motivos aparentes. Así que, él juzga a los Leelas como comunes e incluso bajos. El significado interno y el propósito no son fácilmente evidentes para todos. Pero, el Señor nunca puede comprometerse en actividades insignificantes y sin propósito. Su venida es para la elevación del mundo del pantano de la maldad y la injusticia, para satisfacer las necesidades de aquellos que se dedican a Él, para el restablecimiento del Dharma y el avivamiento de los Vedas; Él tiene que tomar en cuenta el mérito adquirido por cada uno en vidas anteriores y derramar Su Gracia en consecuencia; se hace disponible a través de la concesión de Sus dones; los Leelas o actividades Divinas se adaptan al tiempo, a la persona, a la aspiración y a la compasión que causa cada emanación de Su Gracia. Por lo tanto, ¿quién puede comprender e interpretar correctamente estos Leelas?

“Los asombrosos Leelas de Hari (Dios) son conocidos sólo por Hari”, se dice. Pueden ser interpretados sólo por Él, no por otro. Una observación, sin embargo, puede hacerse con seguridad. Las encarnaciones de Dios no se comprometerán en lo más mínimo, por su propio bien o por el bien de cumplir cualquier deseo personal. ¡Toda actividad es para el bien del mundo! Aunque sin Ellos, el mundo no puede existir y sobrevivir, se mueven y actúan como si el mundo les fuera indiferente. En cada palabra y obra, uno puede observar la corriente subyacente de total renuncia. Para los que tienen los mundos en la palma de la mano, ¿qué puede dar o retener el mundo? Pueden darle la forma que quieran.

Los necios, las personas sin fe, personas que niegan a Dios, atrapadas en las espirales de la ignorancia, aquellos que no entienden nada – estos pueden ver a los Leelas de Dios como egocéntricos e incluso motivados por el engaño, como las acciones de los mortales ordinarios. Pero, los Bhakthas genuinos (los verdaderos devotos) los apreciarán como ejemplos significativos y sostenedores de la Gracia.

¡Oh Rey! las acciones de Rama, Emperador de Kosala, y de Krishna son, debes recordar, muy diferentes. Cuando los malvados y crueles enemigos de la rectitud estaban a punto de abrumar a los buenos, Krishna y Balarama, nacieron como los dos hermanos, el uno negro y el otro blanco, y por sus actos que trascendían la comprensión del hombre, asombraron al mundo.

Los Leelas de Krishna están más allá de la comprensión de cualquiera, no obstante, erudito o sabio. Su manera de moverse, su caminar, su charla, su sonrisa, su gesto, su discurso, su canción, cada uno era encantador con un arte único.

Todo parecía tan peculiar, tan extraordinario. Muy a menudo, se asemejaba a la anarquía y a la simple travesura. Mientras caminaba en dirección este, ¡su atención estaba fijada en la dirección oeste! Comunicaba a través de Sus ojos; el destello de Sus ojos hablaba de Sus planes e intenciones. No le importaban las limitaciones y disciplinas humanas. No reconocía la distinción entre nuevos y viejos conocidos; trataba a ambos por igual. No respetaba el parentesco ni cedía a las exigencias de la convención.

Dondequiera que iba, Él creaba alguna u otra travesura. Como un tifón que barre la tierra, Él dejaba atrás en cada hogar que visitaba una estela de conmociones, disputas, lamentos y lágrimas.

No había necesidad de invitarlo ceremoniosamente a ninguna casa; entraría, sin ser invitado, sin ser anunciado. Cada casa le pertenecía, Él entraba y tomaba todo lo que deseaba dondequiera que estuviera escondido, y se lo comía al gusto de Su corazón.

Era el pariente más querido de todos, el camarada más accesible. Así que, Él podía tomar cualquier cosa de cualquier casa con impunidad. Pero no estaba contento con eso. Tomaba mucho más de lo que necesitaba, pues también daba grandes cantidades a Sus compañeros. ¡Y, eran un número bastante grande! Los dueños podrían lamentar la pérdida y condenar el robo, pero a Él no le importaba; entregaba las cosas como si fueran Suyas. Nada podía entorpecer Su pasatiempo; nadie podía ir en contra de Su palabra. Si alguien se atreviera a oponerse o amenazar, los sufrimientos que se amontonarían en su cabeza serían indescriptibles.

Pero, la verdad debe ser dicha. El más pequeño acto suyo estaba saturado de una dulzura suprema. Incluso los sufrimientos que infligió a aquellos que quiso castigar fueron dulces. Así que, nadie sintió la menor ira hacia Él. En cambio, anhelaban encontrarlo más a menudo, jugar más tiempo, hablar y permanecer con Él tanto como fuera posible. Cualesquiera que fueran sus bromas y juegos, las víctimas nunca se sintieron molestas.

La razón era: el Prema, el trasfondo del Amor, que motivaba todas Sus palabras y actos. Las críadas de los pastores de vacas corrieron hacia Él con palos para golpearlo, pero cuando se acercaron y lo miraron, sus corazones se llenaron de Prema, y se fueron, con una oración en sus lenguas. Todo lo que Él hacia, aparecía como un pasatiempo divino, Leela.

¡Y Su manera de hablar! ¡Era tan agradable y tan inteligente, aunque en su mayor parte tenía la intención de engañar! Causó confusión en todos los hogares, creó facciones entre las suegras y las nueras, las puso una contra la otra y disfrutó de la diversión. Rara vez estaba estacionado en un lugar, desde el amanecer cuando se levantaba de la cama hasta la hora en que se iba a dormir, este pequeño hato de travesuras vagaba de casa en casa, sin descanso.

A pesar de todo esto, los aldeanos no podían soportar Su ausencia, ¡ni siquiera por un instante! Si no se aparecía algún día, las ordeñadoras esperaban Su visita, asomándose a la carretera por las ventanas o mirando a lo lejos desde la terraza. Tal era el encanto de Amor Divino que el pequeño Krishna derramaba y el Amor que la gente tenía hacia Él. Sus bromas eran tan conmovedoras, tan inspiradoras y significativas.

El Niño Azul era el Maestro del subterfugio y la diplomacia. Veía a través de todos los artificios, por muy hábilmente camuflados que estuvieran. Cuando la ogresa Poothana se le acercó como madre para amamantarlo en su pecho, fingió ser acogido por esa estratagema; así succionó su vida y la derribó al suelo. Muchos Asuras (demonios) se le acercaron para destruirlo, algunos asumiendo las formas familiares de los pastores y ordeñadoras de la aldea; pero, descubriendo su identidad los envió a la Ciudad de la Muerte. Un Asura tomó la forma de un becerro, y se movió entre los becerros y vacas que Krishna estaba cuidando, ¡esperando una oportunidad para matarlo! Pero el niño divino de tres años vio a través del simulacro; lo agarró por la cola, lo levantó, le dio una vuelta y lo golpeó contra el suelo, de modo que respiró su último aliento.

Tal fuerza y habilidad estaban fuera de proporción con Su forma infantil. Pero, Él demostró Su Divinidad en un millón de maneras, para convertir y convencer a los hombres. Él enseñó a cada uno, ya fueran ancianos, mujeres o ladrones, o Sus propios parientes y bienhechores. Les aconsejó que hicieran las cosas bien. Enredó a algunos de ellos en dilemas. Su tío materno, el demoníaco rey Kamsa, estaba ebrio de poder imperial y audacia heroica. Lo agarró por el mechón de pelo, lo tiró del trono, lo mató a puñetazos y arrastró el cuerpo por la calle principal hasta la orilla del Yamuna. Toda la población de la ciudad de Mathura vio en cada uno de Sus actos una mezcla maravillosa de lo asombroso, lo extraordinario, lo dulce, lo encantador, lo bello y lo simple.

Cuando aún era un bebé, Él terminó con las vidas de Poothana, Thranavartha y Sakatasura; ¡era entonces, un pequeño ladrón en busca de mantequilla en cada hogar! Cuando su madre lo ató a un mortero de madera, lo arrastró detrás de Él, y con él derribó dos árboles gigantescos que crecían juntos. Paró el engreimiento y la furia de la serpiente Kalinga, que envenenaba las aguas del Yamuna y las hacía perjudiciales para los hombres y el ganado. Cuando su madre intentó atarlo con una cuerda alrededor de su cintura, le reveló Su forma universal, la forma en la que el Universo entero no era más que una parte de Él. Los padres y la gente de Gokula estaban asombrados por la notable experiencia de Su Divinidad. A través de su boca abierta, les reveló el macrocosmos y el microcosmos, ¡ambos!

Mostró a Sus queridos camaradas vaqueros Su Paraíso, que no conocía el dolor ni la pérdida (Vaikhunta). Convenció a Nanda para que dejara de hacer la Puja habitual de Indra y ofreciera culto a la colina de Govardhana. Cuando el Dios de la lluvia Indra, herido por esta negligencia, derramó terribles lluvias sobre la aldea, Krishna levantó en su dedo meñique la colina Govardhana ¡invitando a toda la aldea a refugiarse bajo ella!

Cuando Krishna bailó a la luz de la luna con las doncellas, cada doncella teniendo un Krishna concreto a su lado, esto es interpretado por personas de baja mentalidad como laxitud de la moral y como un pasatiempo vulgar. No hay ninguna base para tal inferencia en absoluto. Krishna tenía sólo cinco o seis años de edad cuando ocurrieron estos incidentes milagrosos; ¿cómo entonces considerar a la experiencia como lasciva? El Señor no tiene atributos ni cualidades. El Rasa Kreeda, como se llama este incidente, no es sino un medio para hacer que las Gopis fueran dignas de la Gracia, un ejemplo de Devoción y el fruto de la Devoción, de la Dedicación. El Señor estaba derramando sobre ellas la gracia que habían ganado por sus actos meritorios. Era una bendición.

Cuando esa Manifestación Divina sobrehumana es tomada como meramente humana, la lascivia y el robo pueden ser atribuidos; pero, considera, ¿qué humano puede lograr incluso una pizca de lo que Él hizo? Salvó al mundo del acoso de monstruosos malhechores como Pralamba, Dhenuka, Kesi, Banasura, Arishta, Mushtika, Kuvalayapida, Kamsa, Naraka, Poundraka, Dwividha, Jarasandha, Dantavakra, Sambara, Kambhoja, Kuru, Matsya, Kaikaya y muchos otros poderosos demonios. ¿Se puede decir que todo esto está dentro de la capacidad de un simple hombre?

En este Avatar único, cada acto es un milagro asombroso. Aún cuando estaba enojado, Él no podía dejar de evidenciar Su desbordante Prema. Su Amor y Compasión fluían sin obstáculos. A través de Su Darshan, Sparshan y Sambhashan (visión, conversación y contacto), uno podía ganar la Liberación. Él concedió la Inmortalidad a aquellos que se recordaban a sí mismos de Su Nombre. Los vaqueros entre los que vivía y se movía saboreaban el néctar del éxtasis cada vez que presenciaban Sus obras o las recordaban.

¡Oh Rey! El Bhagavatha no es meramente la narración de la historia del Señor, con el fondo de Mathurâ, Brindavan, Gokula, las riberas del Yamunâ, Nanda-Yasodâ, Vasudeva-Devakî, y otros. El Bhagavatha incluye las historias de todas las encarnaciones de Bhagavân (Dios). Todas las encarnaciones fueron las manifestaciones del mismo Gopala Krishna, de Goloka o Vaikunta. La historia de cada uno no es más que la historia de Vâsudeva, emergiendo de Él y fusionándose en Él. Ese Poder Divino es el factor sustentador para todas las encarnaciones así como para todos los seres vivientes.

Fuente: Bhagavata Vahini – Capítulo 35

Nota: Esta es una traducción provisoria realizada por devotos voluntarios, como servicio de difusión. Las traducciones oficiales son efectuadas a su debido tiempo por la editorial Premamruta Prakashana, de Muddenahalli.