VISIONES CELESTIALES DADAS POR SRI SATHYA SAI BABA A LOS PRIMEROS DEVOTOS

      Comentarios desactivados en VISIONES CELESTIALES DADAS POR SRI SATHYA SAI BABA A LOS PRIMEROS DEVOTOS

VISIONES CELESTIALES DADAS POR SRI SATHYA SAI BABA A LOS PRIMEROS DEVOTOS …

Este asombroso episodio está narrado en el libro “Anyatha Sharanam Nasthi – Aparte de Ti no hay otro refugio”, de la Sra Vijayakumari. La autora relata los venturosos días que los devotos pasaron con Swami. En aquellos tiempos sólo había un puñado de ellos en Puttaparthi y las arenas del Chitravathi eran su patio de recreo.

Un día, cuando todos estábamos caminando hacia el Chitravathi, Swami desapareció repentinamente. Mientras lo buscábamos, oímos un sonido de palmas y, mirando hacia arriba, vimos a Swami alertándonos, “Estoy en la cima de la colina”. Eran las seis de la tarde. El sol había suavizado el flujo de sus rayos y se estaba hundiendo hacia el oeste. El cielo estaba cargado de nubes oscuras, como si se envolviera en una gruesa manta. Baba dijo, “Todos ustedes miren hacia Mi. Les mostraré el sol”. Incluso mientras pensábamos, “¿Cómo puede volver el sol después de que ya se ha puesto?”, contemplamos rayos recién salidos detrás de la cabeza de Swami. Todo el cielo estaba lleno de nubes azules. Los rayos comenzaron a volverse rojos y transmitian tanto calor que nos hicieron sudar profusamente. Los rayos eran intensamente calientes como si vinieran del ardiente sol del mediodía. Incapaces de soportar el calor todos hicimos fuertes llamados, “¡Swami! Hace demasiado calor”. El calor disminuyó.

Estábamos tranquilos, cuando la voz de Swami bajó a nosotros desde la cima de la colina, “Ahora les mostraré la Luna”. Vimos detrás de la cabeza de Swami rayos de color miel a medio desplegar de la luna. Pronto se volvieron blancos, más y más blancos aún. Eso fue todo. Empezamos a temblar de frío. Nuestros cuerpos se volvieron rígidos. Nuestros dientes comenzaron a tiritar. “¡Swami! ¡Frío! ¡Hace mucho frío, Swami!”

Mientras le implorábamos así, el frío disminuyó gradualmente. Mientras nos preguntábamos qué otro milagro realizaría, anunció: “Les mostraré el Tercer Ojo. Obsérvenlo con mucho cuidado y atención”. “¡El tercer ojo! ¿Cómo se verá?” nos preguntábamos. El cuerpo de Swami ya no era visible. Pero su cabeza parecía gigantesca, como si se extendiera por todo el cielo. Estupefactos, con un gran desconcierto en nuestras mentes, miramos al cielo. En la frente de Swami, entre sus dos cejas, apareció un orificio. Chispas ardientes y humeantes comenzaron a salir de la abertura. Nuestros ojos estaban deslumbrados por el brillo de esas chispas. Teníamos miedo. Más que miedo por nosotros mismos, estábamos preocupados por lo que podría estar sucediendo a Swami. Las chispas continuaron saliendo a borbotones. Cuando miramos atrás, encontramos que muchos habían caído, inconscientes. No sabíamos qué les había hecho desmayarse. Eso nos asustó aún más. Miramos hacia arriba, pero no pudimos encontrar a Swami en ninguna parte. Sintiéndonos perdidos y sin saber qué hacer, comenzamos a llorar. De repente, vimos a Swami parado entre nosotros. “¿Qué sucedió?” Nos preguntó, dándonos palmaditas en los hombros. “¿Por qué están llorando? ¿Por qué se han desmayado estos niños?” Sin saber qué respuesta dar a estas preguntas, lo abrazamos y seguimos llorando. Mientras uno o dos de los que se habían desmayado se recuperaban y se levantaban, reunimos un poco de fuerza y, con una sola voz, todos le preguntamos: “¡Swami! ¿Estás bien? ¿Cómo es que no te vimos allí?” Mientras hacíamos estas preguntas, le dimos suaves toques en la cara y en el cuerpo para asegurarnos de que estaba realmente con nosotros. Swami se rió de buena gana y, asegurándonos que estaba bien, creó Vibhuti con un movimiento de Su mano, y Él mismo lo puso en nuestras frentes. Uno por uno, aquellos que habían caído inconscientes empezaron a moverse. Fue una experiencia extraña. Sentíamos como si nuestros cuerpos se balancearan inestablemente de aquí para allá. Nos sentimos como flotando en el aire. Una alegría inexpresable parecía impregnar todo nuestro ser. Era una dulce oleada de afecto. No entendíamos su naturaleza. Aunque acompañabamos el ritmo de Swami, nos parecía que nuestros pies no tocaban el suelo. Algunos caminaban sin equilibrio, como si estuvieran borrachos. Todos sentíamos que estábamos en otro mundo extraño. Era un estado mental peculiar. Llegamos al Mandir y nos sentamos para los bhajans. No podíamos cantar bien. Estabamos mareados. Toda la noche la pasamos en ese estado. Cuando nos encontramos en una condicion similar al día siguiente también, le preguntamos a Swami sobre ello. Él dijo con una sonrisa, “Han estado rezando para tener una vision de este Tercer Ojo durante muchas vidas pasadas. En respuesta a sus oraciones, hoy, les di darshan de él. Pero no les mostré ni siquiera una milésima parte de su brillo. No podrían soportar ni siquiera eso. Su estado actual es el resultado de esa experiencia”. Abrumados por esta revelación, todos nos quebramos y lloramos. Lavamos Sus pies de loto con nuestras lágrimas y le dijimos, “Swami, si hubiéramos sabido esto antes, tal vez hubiéramos disfrutado más del Darshan. No pudimos utilizar completamente la bendición divina que Tu tan bondadosamente nos has concedido. Realmente, no podíamos soportar su profundo impacto. Nos asustamos cuando no pudimos ver Tu forma física. Nos sentimos muy ansiosos por Ti cuando vimos el orificio en Tu frente”. Sathya Sai continuó mirándonos con gran compasión y amor y, sintiéndonos desbordados por la lluvia de Su afecto que nos aliviaba como la luz de la luna, y con los ojos llenos de lágrimas, ofrecimos nuestras vidas a Sus pies. Él creó de nuevo Vibhuti y lo colocó en cada una de nuestras frentes. Ganamos una apariencia de normalidad a partir de entonces. Nos sentíamos extasiados interiormente, pensando en esta rara oportunidad de oro, esta recompensa por alguna devoción en vidas pasadas, por alguna oración que debimos haber hecho con flores auspiciosas, o la suerte que obtuvimos por las buenas acciones hechas por nuestros mayores. Bajo los templos aureos de nuestros corazones grabamos, en letras doradas, lo que vimos fue una visión única concedida por nuestra buena fortuna, para darnos la liberación. Más que nada, estar cerca de este Padre Amoroso, y tener una oportunidad como esta, es un evento significativo, la culminación del mérito de muchas vidas anteriores.

Fuente: “Anyatha Sharanam Nasthi”, por Smt Vijayakumari. Edición 1999.