Discurso Divino del 27 de diciembre de 2015

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Discurso Divino del 27 de diciembre de 2015

Resumido por www.saivrinda.org

 

Para todo en la vida existe una cierta base – una base firme y constante. Si quieren ver lo inamovible, la base constante de todo en la Creación, primero debemos detener el movimiento de las sombras en el mundo. Puede ser que vivamos en el mundo pero no deberíamos permitir que el mundo se haga parte de nosotros. Con el fin de ver que el mundo no se haga parte nuestro, es necesario que nos demos cuenta de que todas las cosas que suceden en el mundo son temporarias y sin consecuencia. Todo en este mundo viene y se va, esa es la razón por la que el mundo es llamado ‘Jagath’. ‘Ja’ significa ir, ‘gath’ significa venir. Para toda vida en este mundo, la base permanente es Jagadeesha, el Señor del mundo, el permanente, constantemente siempre allí.

Jesús vino primero como un mensajero para dar a conocer el mensaje de Dios. Él comenzó su misión con el sentimiento de dualidad de que “Yo tengo un Maestro y es Dios; Yo Soy Su mensajero.” Y como él practicaba todo lo que el Maestro le decía, en algún momento pudo darse cuenta que no había mucha diferencia entre el Maestro y su propio ser. Él pudo reconocer la Verdad porque no solo predicó lo que oyó de Dios, sino que también lo llevó a la práctica. Él demostró este ideal al mundo.

Luego de la edad de 12 años, Jesús comenzó a viajar y así conoció a muchos Maestros y obtuvo mucha sabiduría de estos. Durante otros 12 años, él anduvo viajando por desiertos, bosques, ciudades y obtuvo mucha sabiduría. Volvió a Jerusalén luego de 24 años. Entró al Templo de Jerusalén y vio que toda la atmósfera en el templo estaba contaminada. Todos estaban involucrándose en el comercio y el negocio, y nadie estaba interesado en la devoción y la liberación.  Estaba tan triste observando que la Casa de Dios se había convertido en una casa de negocios que continuó diciéndoles a todos que eso no debería suceder. Los sacerdotes estaban muy enojados de que un joven recién llegado les estuviera enseñando a ellos. Y cuando el sumo sacerdote le preguntó, “¿Quién eres?, él dijo, “Yo soy el hijo de Dios.” Cuando se le hizo la misma pregunta nuevamente, “¿Cómo dices que tú eres el hijo de Dios?”, él respondió, “Pensar que solo porque he nacido de un padre y que soy el hijo de ese padre es incorrecto. Me convertí en el hijo verdadero porque yo practiqué los preceptos que me fueron dados por  mi Padre. A través de la práctica pude reconocer la Verdad de que soy el hijo de Dios.” Finalmente cuando fue crucificado, a pesar de toda la agonía y el dolor, él le rezó a Dios para que perdonara a todos. Cuando desarrolló esa clase de compasión y perdón, él reconoció la Verdad de que era uno con Dios.

Cuando el hijo practica las enseñanzas impartidas por el Padre y Lo sirve, él reconocerá la verdad de que él es un ‘Jeevatma’, una parte de Dios mismo. La recompensa final para la práctica completa de las enseñanzas es que ustedes van a experimentar la unidad con Dios.

Ustedes piensan que este es Mi nombre y Mi forma. Eso es todo consciencia del cuerpo. La mente tiene ego y apego. Cuando por último funden la mente, esta se convierte en Dios mismo. La mente es muy importante para nosotros; debemos fundirla en Dios. Lo más esencial para poder comprender esta verdad es hacer que nuestra mente se vuelva muy pura y sagrada.

El festival de Navidad no solo se trata de cortar la torta, comer comida – eso no es el festival de Navidad. Únicamente cuando demostremos en nuestras vidas las enseñanzas de Jesucristo, se convierte en una verdadera Navidad. Debemos crucificar nuestro ego y apego y deshacernos de ellos. Tienen que abandonar el sentido del cuerpo y el sentido de la mente y tener solamente el sentido divino.

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