9°. ARTÍCULO DE SADGURU SRI MADHUSUDAN SAI SOBRE SANATANA DHARMA

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9. Cuatro etapas de la vida en el Sanatana Dharma

 Sadguru Sri Madhusudan Sai

  

En los ocho artículos previos comentamos todos los conceptos fundamentales del sanatana dharma; que no es una religión sino una ley suprema y eterna que gobierna toda la creación. Los dos principios más importantes son: todo es divino, y toda acción tiene una reacción que conduce a reencarnaciones. El núcleo y la más elevada filosofía es el advaita vedanta, que se halla en la sagrada porción upanishádica de los Vedas, los principales textos del sanatana dharma. También aprendimos que el Dios del sanatana dharma es Brahman, que está más allá de los nombres, las formas, los atributos y las cualidades, siendo su mejor definición satyam, jnanam, anantam. Esto significa que existe, que es consciencia y que es eterno, sin principio ni fin. Aprendimos que los humanos estamos dotados de una mente, que es una colección de pensamientos y es la principal razón por la cual la divinidad de nuestra existencia está oculta para nosotros, y somos engañados al creer que somos otra cosa en lugar de divinos. Esta ilusión se llama maya. Los nudos de la ignorancia de nuestra propia existencia como pura divinidad, los inconvenientes deseos y las innecesarias acciones que conducen a consecuencias, causan esclavitud o limitación de la existencia humana. Sin embargo, con ayuda de un gurú podemos alcanzar la libertad, con la condición de que desarrollemos discernimiento, desprendimiento, autocontrol y, sobre todo, un ardiente deseo de moksha o liberación. También aprendimos que alcanzar moksa o mukti nos dota de una dicha suprema. Pero, al mismo tiempo, una persona que realmente ha tomado consciencia de sí misma no necesariamente abandona el mundo, sino que sigue activa y dedicada al bienestar de todos, mientras vive constantemente en la consciencia de su propia divinidad.

Hasta aquí, todo bien.

Ahora, sabiendo que el propósito supremo del nacimiento humano es alcanzar moksa, sepamos también cómo el sanatana dharma traza para el mismo un abordaje muy claro y paso a paso.

Muchos de ustedes, que tal vez fueron bendecidos por el sacerdote de un templo o un versado erudito, pueden haber oído el mantra que suelen recitar mientras bendicen a alguien: śatamānam bhavatī śatāyuhu, puruṣasyaśatendriya, āyuṣyevendriye – pratitiśtathi. Este mantra del Taittiriya Brahmana significa: “Que seas bendecido con una vida de cien años, con tus sentidos en pleno funcionamiento, y tengas todas las facultades intactas para cumplir con todos los deberes”. En el sanatana dharma, una persona es bendecida para que tenga un período de vida completo de cien primaveras, durante el cual debemos cumplir todos los deberes, ya sean individuales, familiares, sociales o espirituales. Este período de cien años está dividido en cuatro fases de unos veinticinco años cada una, con ciertos deberes prescritos para cada fase. Aprendamos acerca de cada una de estas fases.

El sanatana dharma indica que cada persona tiene cuatro metas: dharma, artha, kama y moksha, colectivamente llamadas Caturvidha Purusharthas. Todos sabemos que moksha es la meta suprema, y las otras tres existen para guiarnos hacia la meta final o moksha. Dharma es para llevar una vida acorde con las leyes del mundo material y el mundo espiritual, ganando en el proceso, y de maneras correctas, riqueza o artha, mediante el uso de las cuales podemos satisfacer deseos virtuosos o kama, y finalmente desarrollar renunciación para alcanzar moksha. De la misma manera, según el sanatana dharma hay cuatro etapas de la vida, como describen los Dharmasutras, durante las cuales la persona tiene que cumplir con ciertos deberes. Estas cuatro etapas de la vida fueron llamadas Varnashrama Dharmas.

La primera es brahmacharya, el período durante el cual emprendemos estudios de las Escrituras y de habilidades para la vida que nos ayudan a ganar el sustento y crear una familia, sin perder de vista el propósito final de la toma de conciencia de nosotros mismos. Los primeros veinticinco años se pasaban en la búsqueda de conocimientos y la dedicación a los estudios, en el antiguo sistema escolar llamado gurukulas, dirigido por gurúes que eran versados tanto en el conocimiento del mundo material como el de las ciencias espirituales. De modo que la primera etapa estaba dedicada a aprender el dharma, o las maneras virtuosas de conducir la propia vida.

A continuación, los siguientes veinticinco años en la vida de una persona se pasaban en la siguiente etapa de la vida, llamada grihasta ashrama, en la cual un jefe de familia ingresaba en la institución del matrimonio, criaba hijos, trabajaba y tenía ganancias para cubrir las necesidades de la familia. Durante esta etapa se cumplían otras dos metas de la vida: artha y kama.

La siguiente etapa de veinticinco años se llamaba vanaprasta ashrama, que significa literalmente “vivir en la selva”. En esta etapa tenía que abandonar todos los deberes de jefe de familia y abandonar el hogar, para vivir separadamente en un santuario lejos de la sociedad, dedicando la vida al servicio social y las prácticas espirituales. En tiempos antiguos lo habitual era que el marido y la mujer abandonaran la casa y permanecieran en el ashram del gurú familiar, donde prestaban servicios y al mismo tiempo practicaban austeridades espirituales. Esto se hacía con el objeto de prepararse para la siguiente etapa de la vida, que comprendía los últimos veinticinco años, llamada sannyasa ashrama, o el estado de completa renuncia.

En esta etapa, habiendo evolucionado en las prácticas espirituales como una fruta que naturalmente madura, la persona estaba preparada para abandonar el cuerpo, estando completamente establecida en la consciencia de su propia divinidad, Quedaba así liberada de los ciclos de nacimiento y muerte y llegaba a ser eternamente libre, al haber alcanzado moksha, la meta más elevada y final.

Estos ashrama dharmas eran un camino, bien pensado y bien trazado, para que cualquiera pudiera avanzar por la vida y hallar la suprema satisfacción de tomar consciencia de sí mismo. Todos pasaban la primera mitad de su vida preparándose y entrando en el mundo a través de las dos primeras etapas de brahmacharya y grihasta, y después pasaban la segunda mitad preparándose y saliendo del mundo a través de las dos últimas etapas de vanaprastha y sannyasa.

Esto no significa que no hubiera excepciones a este camino de cuatro etapas de la vida. Estaba permitido saltar etapas y directamente elegir ser un renunciante, practicando el sannyasa dharma. La sociedad no ridiculizaba, menospreciaba ni desterraba a esas personas. Por el contrario, apreciaba que una persona así, con menos interés en los asuntos mundanos, estuviera determinada a seguir más fervientemente el camino de  tomar consciencia de sí misma. El famoso erudito védico Sri Adi Shankaracharya es un ejemplo. Después del fallecimiento de su padre, pidió a su madre el debido permiso  para poder entrar en el sannyasa ashrama antes de cumplir los trece años, sin tener que pasar por las etapas de grihastha ni vanaprastha. De la misma manera, Swami Vivekananda siguió el camino de sannyasa poco después de su brahmacharya. El resultado fue que ellos (Sri Adi Shankaracharya y Swami Vivekanda) pudieron dedicar todas sus energías a la misión de difundir la espiritualidad en el mundo, y servir a su manera a la sociedad, al mismo tiempo que se redimían de la atadura de los ciclos de nacimiento y muerte. Su lema era atmano mokshartham jagat hitaya ca, que significa “redimirse y también servir a la sociedad”. Con menos impedimentos, estos renunciantes pudieron hacer mucho por todos. La sociedad está en deuda con ellos por sus contribuciones.

Sin embargo, para la persona promedio, las cuatro etapas de la vida eran un abordaje paso a paso para tomar consciencia de la divinidad y liberarse de la esclavitud. Grandes reyes como Bharatha siguieron este camino, y también algunos sabios, como Yajnavalkya, o en tiempos recientes, líderes como Mahatma Gandhi. Este camino es para todos, y demuestra la profundidad y claridad del sanatana dharma para ayudar a las personas comunes a evolucionar, llevar una buena vida y alcanzar un buen fin.

 

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(Artículo publicado en Vijayavani, diario líder en idioma kannada,

el 15 de junio de 2021)

 

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