YO SOY   Una charla de Al Drucker – Primera parte

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YO SOY
Una charla de Al Drucker
 
Primera parte
La ocasión fue la Conferencia Sai de toda Europa celebrada en Hamburgo, Alemania, en la primavera de 1989. Era el Pentecostés, el día en el cristianismo cuando el Espíritu Santo descendió sobre los discípulos de Jesús, que se habían reunido en esa antigua fiesta judía cincuenta días después de la Pascua, para orar juntos en agradecimiento y recuerdo de su Señor. Cuando los discípulos rememoraron el milagro de la presencia de Jesús entre ellos, se tornaron radiantes con el Espíritu de la Divinidad y se transformaron en los apóstoles de Cristo. Ahora tenían el poder del Espíritu dentro para embarcarse en una misión sagrada de difundir el mensaje del Príncipe de la Paz a todos los pueblos del mundo.
 
En esta fiesta pentecostal en particular en Hamburgo, dos mil años después, varios miles de devotos de toda Europa se reunieron en el nombre de Sai Baba e invocaron el espíritu de Baba para que viniera y estuviera entre ellos. No había una imagen de Baba u otras decoraciones espirituales visibles en el salón; sólo un simple jyothi, una llama que arde en el escenario para recordarnos el milagro de la presencia de Baba en la Tierra y la luz del Espíritu dentro de nosotros que Él ha venido a revelar a toda la humanidad. Me habían pedido que hablara sobre espiritualidad. Hablé espontáneamente sin notas y me encontré tejiendo el espíritu de Pentecostés con las enseñanzas de sabiduría profunda de Baba y algunas de mis propias experiencias de los ocho años que pasé viviendo en Su ashram de Prashanti Nilayam. Ahora, muchos años después, todavía me siento profundamente conmovido por la charla que surgió. Espero que usted, querido lector, pueda saborear la magia de la presencia de Swami que tan poderosamente impregnó ese salón en Hamburgo e inspiró éstas palabras.
Invocación
 
Que las bendiciones de Dios descansen sobre ti.
Que Su paz permanezca contigo.
Que Su Presencia ilumine tu corazón. Ahora y para siempre.
Sai Ram, queridos hermanos y hermanas:
 
Empecé esta mañana sintiéndome muy tranquilo y ligero por dentro. Luego di un pequeño paseo y me encontré con una plaza que está a unos pocos pasos de aquí. Es sólo una pequeña área de césped con una gran roca rectangular en el medio. Esa piedra, más alta de lo que puedo tocar con la mano extendida, es obviamente una piedra de cantera que se ha puesto allí; pero es tosca, sin labrar y llena de perforaciones.Tiene la apariencia de las paredes de una mazmorra.Y se encuentra en este pequeño parque sin nada más alrededor que la hierba y los pájaros, y los altos edificios modernos que lo rodean. Sentí una extraña sensación al estar allí, y luego noté un pequeño cartel justo al lado de la roca, con la inscripción:
 
NO OLVIDEMOS NUNCA
 
Durante la época nazi, miles de nuestros ciudadanos de Hamburgo fueron reunidos aquí y enviados a la muerte.
Entonces, para estos desafortunados, que una noche se sintieron cómodos en sus hogares, seguros con sus familias y llenos de cierta apariencia de dignidad y esperanza. Luego, a la mañana siguiente, hubo sirenas y gritos y perros de policía, y fueron separados de sus familias y llevados a la muerte en vagones de ganado.
Habiendo despertado en un estado bastante sereno, sin nada en particular en mi mente, ni siquiera demasiado preocupado por mi charla aquí esta mañana, estaba abierto al impacto de este recuerdo, que está consagrado en ese pequeño parque. Me afectó muy profundamente y llevo ese sentimiento conmigo incluso ahora. Por eso, quiero hablarles de una práctica espiritual muy importante, que tiene que ver con prepararse, momento a momento, para estar listos para la muerte. Pensamos todo el tiempo en la vida, pero Swami nos enseña a recordar siempre la muerte. Nos dio estas tres direcciones:
 
“Acuérdate de Dios. Olvida el mundo. Nunca temas a la Muerte”
# Cien por ciento
 
Una vez Swami llamó a los estudiantes que estaban haciendo su maestría en Administración de Empresas. Les dijo: “Acciones no. Quiero que recuerden … no acciones” (no shares).
“Swami, prometemos que no jugaremos en el mercado de valores y no nos involucraremos con ninguna tenencia de acciones”, respondió uno de ellos.
“No, no, eso no”, dijo Swami, “No compartir … no compartir … no compartir a Dios con nada ni con nadie. Deben estar al cien por cien con Dios … sólo con Dios”.
Y luego contó una serie de historias de las epopeyas indias, una de ellas sobre Draupadi, que era la esposa de los Pandavas. La arrastraron a la fuerza a la corte y la deshonraron frente a todos los ancianos. Un ruin villano que la había agarrado del cabello ahora le estaba quitando el sari. Con una mano trató de aferrarse a su sari y con la otra de defenderse de su atacante. Gritó a sus maridos, los Pandavas, por ayuda, pero los maridos se sintieron impotentes para hacer nada. Clamó a los ancianos reunidos allí para que recobraran el sentido y detuvieran esta terrible accion, nadie levantó un dedo para ayudarla. En su angustia, pidió ayuda a Krishna. Pero incluso el Señor no respondió. Finalmente, con total resignación, se soltó el sari y se entregó en cuerpo y alma al Señor, para hacer lo que quisiera. Inmediatamente, Krishna derramó Su gracia sobre ella. Su sari se hizo más y más largo sin fin y su honor fue preservado. En esta historia, el mensaje de Swami es:
Ríndete completamente a Dios. Vuelvete hacia Él y Él se volverá hacia ti y te cuidará totalmente. Confía en Él al cien por cien … sin compartir.
Ahora, vamos a pasar tres días en esta conferencia, reuniéndonos en nombre de Swami. En todas partes hay recordatorios de Sai, y quizás para cuando termine este encuentro estaremos llenos de Su amorosa presencia y obtendremos un poco la sensación de que Él está en todas partes, y aún dentro de nosotros.
Pero luego volveremos a casa, a nuestra vida mundana, haremos nuestro trabajo, nos ocuparemos de nuestros propios asuntos. Quizás nos hemos acostumbrado a dedicar un poco de tiempo cada día a la práctica espiritual y a reunirnos para cantar bhajans una vez a la semana. “Ese”, nos decimos a nosotros mismos, “es el tiempo de Dios; el resto es nuestro tiempo”.
Pero ésto no es lo que Swami quiere decir con “no compartir”. Dijo: “No hay una vida divina y una vida mundana separadas. No dividan su día en el tiempo de Dios y el suyo. Deben hacer que todo su trabajo sea obra de Dios, todo su tiempo sea tiempo de Dios. Sin fraccionar. Cien por ciento Dios, todo el día, todos los días y en todas partes”.
¿Significa eso que debemos descuidar nuestro trabajo mundano? No, claro que no. Él dice: “Cumple con tu deber en el mundo, ocúpense de sus profesiones, de sus responsabilidades familiares, pero realicen todas estas actividades en el nombre de Dios y por el amor de Dios. Ofrézcanlo todo a Dios. Ese es el significado de no compartir”.También es lo que significa el gran dicho de la Biblia … “Ama a Dios con todo tu corazón, con todas tus fuerzas y con toda tu mente”. Subsuman todos sus amores mundanos limitados en el amor que todo lo consume por Dios.
Ahora bien, ¿por qué es tan importante todo esto? Es importante porque en el momento de la muerte no se debe permitir que nada nos distraiga de una total absorción en Dios. En ese momento de la muerte no debe ser el uno por ciento, el cinco o el diez por ciento, sino el cien por ciento de Dios.Todas nuestras prácticas espirituales no tienen otro propósito que prepararnos para ese último momento en el que podemos terminar con alegría. Ese, dice Swami, es el verdadero significado de “disfrutar”. Es hacer que el final sea de alegría, sean cuales fueren las circunstancias, incluso en las horribles condiciones que trae a la mente ese recuerdo conservado en el pequeño parque.
Nada puede perturbar nuestra ecuanimidad cuando estamos inmersos al cien por cien en Dios. No queda nada del mundo que nos perturbe. El miedo ya no tiene ningún significado, porque todo se habrá convertido en Dios para nosotros. La muerte habrá perdido su aguijón. Nos fusionaremos en el océano de la dicha eterna y este tipo de eventos oscuros serán como pesadillas de la noche que no nos dominan. Esa es la promesa contenida en esa pequeña frase, “no compartir”.
# Educación en valores humanos
 
¿Cómo iniciamos ésta práctica? Swami dice: “El único camino a la inmortalidad es mediante la eliminación de la inmoralidad”. El mismo acto de purificar nuestras vidas evoca a la Divinidad para que se revele, y no sólo nosotros, sino el mundo entero se beneficia de ello. Entonces, este tipo de pesadillas se vuelven cada vez menos probables de ocurrir. Por eso la educación en valores humanos es tan importante. Realmente, lo más importante que nosotros, como devotos, podemos hacer en el mundo de hoy es difundir el mensaje de amor, paz y una vida recta.
Si ha de haber unidad y paz en el mundo, sucederá cuando se elimine la inmoralidad, es decir, cuando los seres humanos vivan como seres humanos reales y completos, no como seres pseudo-humanos fragmentados. Ahora, Swami nos dice, la vida humana no está llena de paz sino que está rota en pequeños pedazos (juego de palabras ‘peace and pieces’). No hay unidad en ninguna parte … el mundo entero está hecho pedazos y nadie sabe cómo volver a armarlo. Pero recompongan al ser humano y el mundo entero se armonizará de nuevo automáticamente. De eso se trata realmente la educación en valores humanos. Y eso es algo que debemos fomentar y difundir en el mundo. Que cada uno se reforme y el mundo se unirá. No tenemos que salir e intentar cambiar el mundo involucrándonos en todo tipo de causas. Sólo permitan que el hombre interior se vuelva completo de nuevo y, uno por uno, el mensaje de unidad se difundirá y el mundo entero volverá a reunirse.
# De lo humano a lo divino
 
Estaba programado para hablarles sobre espiritualidad, pero todavía no he definido realmente qué es. La espiritualidad es muy, muy simple, según Swami. La espiritualidad no es más que establecerse en su propia naturaleza verdadera. Es estar en casa en tu verdadero Ser. Y para eso no se requiere práctica espiritual. El azúcar no necesita hacer ninguna práctica espiritual para ser dulce. La dulzura es su naturaleza inmutable. Siempre somos quienes somos. Nunca podemos cambiar el ser nosotros mismos, que es la dulzura eterna de la bienaventuranza pura. La única práctica espiritual que se requiere es quitar el velo que nos impide saber quiénes somos realmente.
Tenemos que abandonar esta noción errónea de que somos individuos limitados separados de Dios, que experimentamos placeres y miserias en el mundo. Esa es una noción falsa, basada en la ignorancia. Primero, Swami nos recuerda que somos humanos y no animales. Podemos controlar nuestros impulsos y canalizar nuestros deseos. Podemos vivir vidas sagradas y desinteresadas. Pero luego descubrimos una verdad aún más elevada. No somos individuos realmente limitados. Somos la Divinidad misma, en todo su esplendor y gloria. Nuestra naturaleza esencial es divina. Cuando las nubes de la ilusión se disipan, la verdad resplandece. Cuando eliminamos lo falso, lo verdadero permanece. Eliminar lo falso es todo lo que necesitamos hacer. Es todo lo que podemos esperar hacer.
# Karma
 
Como seres, hemos vivido tantas vidas, y todavía hay innumerables vidas por venir. Es como un enorme almacén que se llena con las consecuencias de nuestras acciones en vidas anteriores; y todo este karma todavía está esperando fructificar en vidas futuras. Sólo hemos sacado un pequeño carrito lleno de este enorme almacén, y esa es nuestra vida actual. El almacén permanece lleno hasta los topes de vidas futuras. Dónde serán vividos, en qué circunstancias, no lo sabemos.
Pero ahora, somos ajenos a todo eso. Sólo nos preocupamos por esta vida presente. Creemos que esta vida es muy importante. Pero, ¿en cuántas vidas pasadas hemos tenido familias, hemos tenido posesiones, nombre y fama, logros y ambiciones mundanas? ¿Dónde están todos ahora? ¿Cuántas vidas más son necesarias antes de que nos demos cuenta de la inutilidad de todas estas rondas interminables de nacimientos y muertes? Swami dice: “¿Con qué frecuencia necesitas leer el mismo periódico una y otra vez? El periódico de hoy es papel de desecho de mañana”.
Lo realmente importante no es esta vida, sino ese enorme almacén de vidas futuras por venir. Debemos encontrar una manera de incendiar ese almacén. Debemos freír esas semillas para que nunca mas broten. Debemos hacer un esfuerzo total para vivir esta vida cómo si fuera nuestra última vida. El Avatar ha venido a mostrarnos el camino a casa. Dijo que cuando Rama terminó Su Misión y caminó hacia el río, los ciudadanos de Ayodha lo siguieron. Cuando este Avatar termine Su carrera, decenas de miles serán arrastrados con Él. ¿Hemos hecho nuestras reservas para ese viaje final a casa?
Todo depende de nuestra actitud. Como pensamos, asi es. Swami dice: “Polvo si piensas, polvo eres. Dios, si piensas, Dios eres. ¡Piensa en Dios! ¡Se Dios!” Creamos el mundo con nuestros propios pensamientos. Si pensamos que somos individuos separados y limitamos la divinidad ilimitada que realmente somos, encerrándola en una jaula de egoísmo de mente estrecha, entonces nuestra realidad protesta contra esta limitación con dolor y sufrimiento. En esta misma vida debemos eliminar la jaula de la limitación que se ha manifestado como este falso ego y personalidad.
Cuando Swami se dirige a nosotros en Sus discursos, no comienza sus charlas con “Damas y Caballeros” o “Ciudadanos de Alemania” o “Amas de casa de clase media”. Cuando se dirige a nosotros, nos llama “Encarnaciones del Ser Único Inmortal”, “Encarnaciones del amor puro y desinteresado”, “Encarnaciones de la dicha eterna”. Él sabe mejor que nosotros quiénes somos realmente. Dice que somos la Divinidad misma. Si lo dice, debe ser así. Puede que no sintamos que somos amor divino puro, desinteresado, que somos dicha absoluta, que somos el Sí mismo ilimitado. En cambio, podemos sentir que somos pequeños y limitados y llenos de malas cualidades y miseria. Esa puede ser nuestra percepción, pero es una visión falsa de nuestra naturaleza esencial. Es algo artificial que ha llegado a nuestra verdadera naturaleza y la ha ocultado a la vista. Por lo tanto, debemos dejar de lado estos puntos de vista falsos y seguir por completo la fe. Debemos confiar en Swami. Si dice que nuestra naturaleza es alegría y amor, que somos divinos, entonces lo somos.
Ahora, la pregunta es: ¿Estamos listos para hacer tal acto de fe? ¿Estamos dispuestos a creer en Él en lugar de hacerlo en nuestros falsos conceptos de nosotros mismos? ¿Estamos preparados para saltar primero y luego aprender a nadar? Esa fe al cien por cien es lo que nos pide. Si lo seguimos y lo dejamos conducir nuestro vehiculo, no importa lo que suceda con este “nosotros” externo, nos dirigiremos al camino de regreso a Dios. Para esto, la fe es muy importante.
# El éxodo de Egipto
 
Hoy es Pentecostés, cuarenta días después de la Pascua, cuando, según la Biblia cristiana, descendió el Espíritu Santo. En la Biblia hebrea, éste sería el momento en que la gente deambulaba por el desierto, pasando por grandes dificultades, ya que el Señor les dio una prueba tras otra para probar su fe y su fuerza espiritual, hasta que finalmente estuvieron listos para recibir los Diez Mandamientos en el monte Sinaí. Recordemos esa historia … Durante 430 años fueron esclavos en Egipto.Y luego llegó el momento de que fueran liberados. Dios envió a Moisés para sacarlos de Egipto. Pero Dios dijo: “Para revelar Mi gloria, endureceré el corazón del faraón y no dejará ir a la gente”. Y así Egipto tuvo que sufrir todas esas plagas hasta que finalmente el faraón dejó ir al pueblo. Se fueron tan rápido que no tuvieron tiempo de llevarse nada de comida con ellos, excepto unas pocas hogazas de masa sin levadura, por lo que para sus provisiones dependían totalmente de la generosidad del Señor.
Siguieron al ángel del Señor en forma de columna de humo, que los llevó al desierto y luego a las orillas del Mar Rojo. Aquí se detuvieron, incapaces de proseguir adelante. Fue en este punto que Dios nuevamente indujo al faraón a endurecer su corazón. El faraón reunió a todo su ejército de guerreros, de carros y decidió perseguir a los israelitas por el desierto y destruirlos. Una mañana, la gente miró hacia el horizonte y vio un enorme ejército vestido con todo su traje de batalla descendiendo sobre ellos desde el oeste, como la muerte misma. Atrapados, los hijos de Israel quedaron entre el diablo y las profundidades del mar. Ellos lanzaron un estertor y se lamentaron a Moisés: “¿Nos sacaste de Egipto para que muramos aquí?” Moisés respondió: “¿Por qué tienen tan poca fe? Cuando el Señor los ha traído hasta aquí, ¿creen que los abandonará ahora?
Creo que ya conocen el resto de la historia, de cómo el mar se abrió para dejarlos pasar y luego se cerró de nuevo y ahogó al ejército que los perseguía. Y así fueron salvados. Pero luego tuvieron que vagar por el desierto sin agua ni comida, excepto lo que proveía el Señor en el maná diario que entraba con el rocío de la mañana, y el agua que milagrosamente salía de las rocas hendidas por Moisés con su bastón sagrado. Durante cuarenta años marcharon y aprendieron a volverse totalmente dependientes para su supervivencia y su alimento espiritual también, de la bondad del Señor. Se requería un abandono total a Su gracia … una confianza del cien por cien.
Es realmente una historia de Swami … una rendición arquetípica a la providencia divina … una fe completa en Dios, sin compartir. Es lo que Él quiere de nosotros.
# Perdido en la tormenta
 
Mi experiencia con el avión es de la misma línea.
Estaba pilotando una avioneta y de repente me encontré luchando por mi vida cuando quedé atrapado en una tormenta invernal muy poderosa. Para empezar, fue un viaje tonto. No tenía ninguna buena razón para estar allí. Mi pasajero estaba desplomado en la esquina, inconsciente o muerto, no lo sabía. Durante todas esas horas estuve ocupado más allá del punto de agotamiento, simplemente tratando de mantener el avión volando y con vida en esa terrible turbulencia. Llamé a la radio: “¡Auxilio! ¡Auxilio! Por favor ayuda. ¡Si alguien puede oírme, por favor ayúdeme!” Pero no hubo respuesta.
Estábamos sobre un área salvaje deshabitada en las montañas del norte de Nevada. No había estaciones de radio cerca. Finalmente, el indicador de combustible estaba marcando
vacío, el avión se estaba cayendo y no me quedaba energía para luchar. Simplemente solté los controles, sabiendo muy bien que en poco tiempo en medio de tal vorágine, el avión podría precipitarse. Por primera vez en treinta y cinco años acudí a Dios en busca de ayuda.
Cuando era niño pensaba muy a menudo en Dios, pero luego, cuando llegamos a Estados Unidos, la ciencia se convirtió en mi dios y me olvidé por completo de Dios. Pero ahora, después de todos esos años, clamé a Dios: “¡Oh Señor! ¡Por favor ven y ayúdame! ¡No quiero morir!” Luego dejé ir incluso esa esperanza y agregué: “Hágase Tu voluntad”. Fue una completa resignación a la voluntad divina. De repente, ésta maravillosa voz llegó por la radio: “Aeronave en peligro, ¿puedes oírme?” Y desde ese momento, este ángel de la misericordia me guió alrededor de las peores zonas de la tormenta y me llevó a salvo a un aeropuerto a 50 millas de distancia, al otro lado de las montañas.
El aeropuerto estuvo abierto sólo unos 10 o 15 minutos. Y durante estos pocos minutos, un quitanieves había despejado la pista justo a tiempo para que este pequeño avión saliera volando de las nubes y aterrizara. Después de cuatro horas de luchar contra los elementos, estaba exhausto. Ahora, pensé, por fin había pasado el peligro. Pero luego, casi inmediatamente después de que aterrizamos, la tormenta volvió a golpear en un remolino de nieve. De repente volví a tener las manos ocupadas tratando de evitar que nos estrellaramos. Un torrente de viento había levantado un ala y estaba a punto de darnos la vuelta. Rápidamente me las arreglé para volver a encender la energía y convertir el avión en el viento para que pudiera resistir la tormenta. Justo cuando se había movido … plop … plop … plop … el motor se paró cuando se acabó la última gota de combustible. Ahora estábamos a salvo. En ese momento, el pasajero se despertó y dijo: “¿Qué pasó?” Sabía que todo estaría bien.
El hombre de la torre de control me dijo: “No sé cómo llegaste aquí, pero puedes agradecer a Dios que estás vivo”. “Un controlador de tierra me guió hasta aquí”, respondí. “Tenía un radar y me vio en problemas y me trajo aquí”. Y el hombre de la torre dijo: “¿Estás bromeando? Esa es una reserva india ahí afuera … un territorio salvaje. En doscientas millas no hay nada. Sin estaciones terrestres, sin controladores, sin radares”.
Eso puso fin a la conversación. La aventura había terminado … pero se había iniciado una nueva aventura … sin duda la más grande de todas … despertar a la presencia de Dios en tu vida.
 
# El juego de la vida y la muerte
 
De ésta manera, a través de las experiencias que Él envía, poco a poco comenzamos a aprender cómo trabaja dentro de nosotros. Parece que siempre que hay una crisis espera hasta el último instante para intervenir. Nos lleva al precipicio e incluso a las profundidades.Y luego, en el último momento, nos eleva al cielo.Y pronto vuelve a bajar por la montaña rusa. Pero entonces, justo cuando pensamos que sabemos un poco sobre Él y cómo actua, nos echa a perder todo nuestro conocimiento y nos sumergimos de nuevo en la confusión preguntandonos qué está pasando.
Así juega con nosotros, y de forma lenta pero segura, todas nuestras expectativas y esperanzas, todos nuestros conceptos, todos nuestros conocimientos, toda nuestra importancia personal, y con ellos, el ego que reclama la propiedad de todas estas briznas de la mente, se disuelve en la nada, y sólo queda una dulce imprevisibilidad y una presencia amorosa.
He estado cerca de la muerte varias veces, pero no debí estar listo para terminar con alegría, porque todavía estoy aquí. La última vez fue hace unos meses. Swami me había dicho: “Esta es una enfermedad muy grave. Debes ir al hospital y pensar sólo en Swami”. Y luego me envió de regreso a Estados Unidos para recibir tratamiento médico. Un hermano Sai de América, Don Heath, a quien conocía desde hacía muchos años y que estaba visitando Prashanti Nilayam en ese momento, también se enfermó gravemente y terminó en el hospital. Acostados uno al lado del otro, decidimos que si tuviéramos que morir, qué lindo sería si pudiéramos hacerlo en éste lugar sagrado.
He sido el director de la funeraria en Prashanti Nilayam ocho o nueve veces cuando los occidentales morian allí. Mi trabajo era cuidar de los últimos ritos. Conseguía veinte rupias de leña y organizaba una procesión de devotos para llevar el cuerpo a las orillas de arena del río Chitravarthi. Hacíamos un pequeño servicio y luego encendíamos el fuego, y en unos minutos el cuerpo se reincorporaba a los cinco elementos.
Entonces, le dije a Don: “¿No sería bueno si pudiéramos ahorrar veinte rupias entre nosotros, si ambos vamos al mismo tiempo?” Dijo: “Veamos qué desea el Señor”. Unos días después estaba muerto, mientras que este cuerpo, como ven, todavía está aquí, hablando.
Unos meses mas tarde tras regresar a Estados Unidos, visité el Instituto Esalen, el hermoso centro en la costa de Big Sur en California donde anteriormente había enseñado y vivido durante catorce años.Todos allí fueron muy cariñosos conmigo. Me pidieron que regresara y me quedara un tiempo y me curara allí. Entonces volví y viví allí durante un par de meses. Un día, cuando llegaba al albergue, reconocí a un hombre al que había visto por última vez en Prashanti Nilayam, un médico de Australia. Estaba hablando con alguien y me acerqué a él y le dije: “Graham, ¿qué estás haciendo aquí?”.
Se volvió para mirarme y su rostro se puso pálido. Abrumado por el asombro, dijo: “Wow, ¿eres realmente tú Al? ¿Estás vivo?” “Bueno, no creo que sea un fantasma”, respondí.
Sin decir una palabra más, corrió hacia su auto a buscar su cámara e inmediatamente regresó para tomarme una foto. Por un momento me pregunté si había perdido la cabeza, pero luego me explicó: “El mes pasado asistí a tu servicio conmemorativo en Sydney. Llegó mucha gente y hubo hermosos cantos. La madre del niño australiano que cuidaste en Prashanti Nilayam dio una charla conmovedora y varios otros hablaron en tu memoria. Realizamos un video para hacer circular a los demás centros.Te enviaré una copia”.
Así que parece que me confundieron con Don. Ahora, tendré que decepcionar a todas esas buenas personas. Verán, todo fue sólo una obra de Swami. Creo que nadie disfruta tanto de las obras del Señor como Él mismo. Deberíamos estar felices de saber que con todos estos pequeños dramas y juegos de vida que nos tomamos tan en serio, le estamos brindando algo de gozo al Señor.
 
Continuará …
 
Fuente: Primera parte del Satsang de Al Drucker en Hamburgo (Alemania), Pentecostés de 1989.