NO PERTENEZCO A NINGUN LUGAR … por Sri Sathya Sai Baba

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NO PERTENEZCO A NINGUN LUGAR …
 
por Sri Sathya Sai Baba
 
Un día, en el santuario sagrado del Señor Viswanath en Kasi, todos los devotos y sacerdotes del templo se sumergieron en el canto de himnos y recitación de cánticos. De repente, escucharon un sonido metálico. Cuando volvieron la cabeza en esa dirección vieron un plato de oro brillante en el suelo del santuario. Debe haber caído a través de un espacio abierto en el centro del salón desde el cielo que conduce al sanctum sanctorum. Todos se reunieron maravillados, mientras el sacerdote principal del templo se acercaba para examinarlo. Encontró algunas letras inscriptas en él. “Esto pertenece a mi querido devoto”. El sacerdote leyó la inscripción en voz alta.Todos los sacerdotes del templo competían entre sí para arrebatar el plato con el sentimiento: “¿Quién podría ser un devoto más grande que yo? Dedico mi tiempo, talento y fuerza sólo a ofrecer adoración al Señor Viswanath”. Pero el plato se transformó en uno de tierra en el momento en que lo tocaron uno tras otro. Las noticias se esparcieron como pólvora sobre el plato dorado. Varios eruditos, cantantes, poetas y predicadores vinieron y probaron suerte pero en vano. Pasaron días, semanas y meses, y el plato permaneció allí sin un reclamante.
 
Un día, un extraño llegó al templo. Se paró en la entrada y se le llenaron los ojos de lágrimas cuando vio mendigos ciegos, mudos y cojos suplicando lastimeramente una limosna. Se sintió avergonzado de su incapacidad para aliviarlos de su hambre y agonía. Quería orar al Señor y entró en el templo. Vio gente reunida alrededor y discutiendo algo. Trató de meterse entre la multitud para averiguar por qué estaban allí. Vio una escudilla dorada en el centro de ese recinto. Preguntó y se le informó sobre el episodio del plato de oro. Estaba bastante sorprendido y triste por la actitud de la gente y los sacerdotes. En lugar de orar al Señor del Universo y tratar de realizarlo, estaban ansiosos por poseer el platillo de oro. Al observar su actitud indiferente, el sumo sacerdote le pidió que probara su suerte. El extraño respondió: “¡Oh Venerado! No me importa ni el oro ni la plata, lo que anhelo es la Gracia de Dios”. La estima del sacerdote por ese hombre aumentó. Así que una vez más lo presionó, “Al menos para satisfacernos, por favor prueba tu suerte”. El extraño tocó el plato sin un rastro de apego. ¡Oh! Resplandeció con refulgencia redoblada. Todos los sacerdotes se reunieron y preguntaron: “Señor, ¿de dónde vienes? ¿Cuáles son tus calificaciones? ¿Cuáles son las ramas del saber que has dominado? ¿Cuántos años hiciste penitencia?” El extraño respondió con calma: “No pertenezco a ningún lugar. Simplemente me las arreglo para ganarme el pan con el trabajo duro. La única sadhana que hago es Namasmarana [repetir el nombre del Señor]. Esto quizás ha vuelto mi corazón puro y lo llenó de amor y compasión. Me ha permitido controlar mi mente y los sentidos. No he leído ningún libro ni dominado ninguna ciencia. El único arte que conozco es cantar el Nombre Divino. El único acto que llevo a cabo es ser bondadoso con el pobre”.
 
Entonces, el único requisito para llegar a ser querido por el Señor es obtener un corazón compasivo y control de los sentidos. Estos dos pueden adquirirse a través de Namasmarana con plena fe en el Señor.
 
Fuente: Tomado de Chinna Katha, historias y parábolas de Bhagavan.