UN DÍA EN EL VIEJO MANDIR – por Sri Bombay Srinivasan

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UN DÍA EN EL VIEJO MANDIR
 
por Sri Bombay Srinivasan
 
Durante aquellos días no existían rituales como el omkaram, suprabhatam o nagarasankirtan. Swami lo era todo para los devotos. A las 3 de la madrugada se podía escuchar a los agricultores ir a sus tierras, cantando canciones populares. Ese era el Omkaram (canto del Om) para los devotos en esos días. A las 5 de la mañana se escuchaba a los vendedores de leche pidiendo: “Por favor, compren mi cuajada, leche y flores”. Este era el suprabhatam (canto del despertar del Señor) para los devotos. En cualquier caso, tenían que levantarse para el alba.
Al amanecer, Swami se levantaba, se lavaba y bebía las bebidas calientes que le ofrecían los devotos, se movía felizmente con ellos y les hablaba también. A las 9 a.m. después de que Swami se hubiera bañado, los devotos le traían el desayuno que habían preparado. Probaba algo de cada uno, bromeaba un poco y ofrecía lo mismo como prasadam para todos.
Después del desayuno, cualquiera podía hacerle padapuja (adoración a los pies) a Swami. Había una vieja silla de mimbre en el Viejo Mandir que se ponia en el pasillo. Al pedirle que colocara sus pies de loto sobre un plato, los devotos lavaban los pies con agua perfumada y los limpiaban con kumkum. Luego le ofrendaban naivedhyam (comida ofrecida a la deidad), del que él compartía un poco. Los devotos entonces ofrecían arathi a Swami y todos hacían padanamaskar. Mientras hacían padapuja, Swami les pedía a los devotos que cantaran con devoción, en lugar de hacerlo mecánicamente.
Los bhajans comenzaban a las 11 a.m. No había bhajans regulares en esos días … sólo largas canciones. Cualquier persona podia cantar durante los bhajans. Swami se sentaba sobre una piedra roja y también cantaba. Su hermana, Venkamma cantaba con él. El salón era muy pequeño y hombres y mujeres se sentaban a ambos lados. Algunos hombres se sentaban detrás de Swami abanicándolo. A pesar de eso, la túnica de Swami estaba empapada debido al calor abrasador. Al final de la sesión, el propio Swami hacía arathi para complacer a sus devotos y luego distribuía prasadam entre todos.
A la 1 p.m., todos se reunían para almorzar. Swami tomaba un poco de comida de todos, la mezclaba, comía un poco y distribuía el resto como prasadam. Más tarde descansaba un rato. Incluso en esos días Swami nunca tomó dulces, manteca, leche o cuajada. Cuando se le presionó por una razón, dijo que había tenido suficiente durante el Krishnavatar.
Por la tarde a las 4 p.m. llegaba la fase más esperada del día. Llevaba devotos al lecho del río Chitravathi. Allí, cantaba y les pedía que cantaran también. Materializaba de la arena – ídolos, fotos, frutas, etc. y se los daba a los devotos.También hablaba de asuntos espirituales y les daba a los devotos una gran alegría. En una ocasión sacó una manzana de la arena y la cortó en 4 rodajas. Comenzó a dárselas a casi 50 devotos sentados allí. Mientras lo hacia, las rebanadas se multiplicaron solas y todos obtuvieron una. Swami decía, “Yo soy sankalpasiddha, no siddhasankalpa”.
Cuando regresaba al mandir, Swami caminaba al frente y aconsejaba a los devotos que lo siguieran cantando canciones. Había bhajans por un tiempo en el mandir y después del arathi todos cenaban. Por la noche, Swami caminaba alrededor del mandir con una antorcha. Puttaparthi estaba lleno de serpientes y escorpiones. A veces convivían con los devotos. Nadie fue mordido por ellos, debido a su gracia. ¡Incluso los perros y gatos podían moverse libremente dentro del Mandir!
 
Fuente: Historias de la colección de Sri Bombay Srinivasan, antiguo devoto de Swami.