SAI BHAGAVATAM – por la Sra Nagamani Purnaiah

      Comentarios desactivados en SAI BHAGAVATAM – por la Sra Nagamani Purnaiah
SAI BHAGAVATAM
 
por la Sra Nagamani Purnaiah
 
La Sra. Nagamani Purnaiah fue una anciana devota, que había registrado sus vivencias de la Divinidad de Bhagavan en el libro ‘The Divine Leelas of Bhagavan Sri Sathya Sai Baba’, publicado por House of Seva, Bangalore.
Ella estuvo entre los primeros y más íntimos devotos de Swami sumando extraordinarias experiencias.Tuvo innumerables ocasiones de atestiguar Su Divinidad a finales de los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado.
 
~
 
“Escuché de Bhagavan Sri Sathya Sai Baba de mi pariente, la Sra. Kamalamma de Bangalore y la acompañé a Puttaparthi. La Sra. Sakamma, conocida como la reina del café, también vino con nosotros y nos contó muchos leelas de Bhagavan. Cuando conocí a Swami por primera vez, llevaba una gruesa guirnalda de rosas que se extendía hasta Sus pies; me olvidé de todo y estuve postrada a Sus pies durante mucho tiempo hasta que Kamalamma y Sakamma me levantaron y me preguntaron con ansiedad ‘¿Qué te pasó?’
 
Cuando regresábamos a Bangalore después de quedarnos en Parthi por unos días, Swami nos acompañó a la otra orilla del río Chitravathi, vadeando las aguas con nosotros. Mientras estaba en medio de la corriente derramó agua en mi mano con la Suya, fue entonces que el agua vertida por Él se convirtió en un talismán en mi mano. ‘Te protegerá’, me dijo Swami, ‘úsalo’.
 
Mientras estábamos en Parthi, hice una guirnalda de tulasi para ponerla alrededor del cuello de Swami. Pero era demasiado pequeña para que entrara en Su cabeza. Swami vio mi situación, la tomó y la estiró en una guirnalda más grande llena de hojas de tulasi y me la devolvió. Asi pude ponerla alrededor de Su cuello fácilmente.
 
Un día, un anciano fue mordido por un escorpión y vino llorando al mandir. Swami se había retirado en ese momento. No me gustaba molestarlo.Tomé un poco de vibhuti, oré a Swami y se lo di. Ingirió un poco y se frotó en el lugar donde había sido mordido. En unos minutos su dolor desapareció y se marcho feliz. Swami se despertó después de que el anciano se había ido y me preguntó: ‘¿Le has dado algún medicamento a alguien?’
 
‘No, Swami’ respondí, ‘no le di ningún medicamento a nadie’.
 
‘¡Mentirosa!’ Swami se rió, ‘¿no le diste vibhuti al anciano mordido por el escorpión?’ Me postré a Sus santos pies y dije ‘es Tu gracia la que ha aliviado al anciano del dolor’.
 
Una vez, cuando quise ir a Puttaparthi, mi esposo me lo permitió con una condición. ‘Cuando estes en Parthi, no te preocupes’, dijo, ‘come bien’. Me dio varios paquetes de galletas y alimentos listos para comer. En Parthi, me olvidé completamente de ellos. El día de mi regreso, oré a Swami, ‘hazme parecer gorda ante mi esposo. De lo contrario, no me permitirá volver aquí’. Swami mencionó esto a varios devotos como si fuera una broma, y ​​se rió a gusto. Volví. ‘Pareces más delgada’, fue el comentario de mi esposo al buscarme. De hecho, no era así.
 
Al día siguiente fuimos al cine. Encontrando una balanza allí, mi esposo me hizo tomar el peso. Mi peso habia aumentado en 10 kgs. Dudó de que la balanza funcionara bien y tomó su propio peso. Mostró su peso correctamente. Swami me salvó de esta manera.
 
Una vez, Swami me pidió que estuviera en Puttaparthi para Navaratri. ‘Puedes pintar todos los ídolos’ me había dicho, ‘si vienes unos días antes’. Pero cuando fui a la parada de autobús, me dijeron que todos los autobuses que iban hacia Parthi estaban detenidos debido a las fuertes inundaciones. Estaba orando a Swami. ‘Llama a Ranjith Singh’, me pidió mi esposo, ‘y verifica si los autobuses están funcionando’. Esto fue al día siguiente. El Sr. Singh era el Inspector General de Policía y amigo de nuestra familia. ‘¡No! No estan yendo’ fue la respuesta del Sr. Singh. Si dijera la verdad, mi esposo no me dejaría ir. ¿Cómo decirle una mentira a mi esposo? Oré a Swami manteniendo mi mano en el talismán que me había dado, y le dije a mi esposo ‘el Sr. Singh dice que los autobuses salen hoy’. Mi esposo entonces me permitió ir.
 
Cuando llegamos a la parada de autobuses, el empleado dijo: “Ayer mismo les dijimos que no hay posibilidad hasta dentro de una semana. Si quieres, puedes subir hasta el punto donde las inundaciones han cubierto el camino y volver”. Abordé el autobús. Luego de subirme, cerré los ojos y comencé a orar intensamente a Swami. Después de algún tiempo, le pregunté al conductor, ‘¿Dónde estamos?’ ‘Estamos de camino a Puttaparthi’, respondió. Cruzamos el tramo inundado antes, de manera segura ya que el agua de la inundación había retrocedido. Más tarde me dijeron que poco después de que nuestro autobús cruzara, el tramo se inundó nuevamente. El nuestro era el único autobús que pudo llegar a Parthi ese día.
 
Al verme, Swami dijo ‘¿has venido? ¡Solo tu autobús cruzó ese tramo!’ ¡La inundación no retrocedió durante los siguientes diez días!
 
Una vez tuve la buena suerte de viajar con Swami en un automóvil de Parthi a Bangalore. Había otro devoto, que estaba llevando a Swami a Bangalore junto con su chofer, en el auto. Tomé algunos bocadillos y un termo lleno de café. Ese día, solo tenía una rupia en mi bolso y pensé, ‘si tan solo hubiera tenido dinero, habría comprado algunas frutas para que Swami las comiera en el camino’. Después de subirse al auto, Swami dijo, ‘primero vamos al viejo mandir y luego a Bangalore’. Nos pidió que nos sentáramos en el auto cuando entró en el viejo mandir. Entonces una señora se me acercó y me dio 25 rupias, ‘por favor, tráeme algo de lana cuando vengas la próxima vez’. Estaba feliz de que ahora tenía algo de dinero. En el camino paramos en algún lugar y comimos los bocadillos. Aunque tenía dinero, no pude encontrar un puesto de frutas para comprar frutas. Swami se levantó y fue a un árbol de tamarindo al costado del camino. Cogió una manzana grande y bonita y me la dio. La corté y se la ofrecí. ‘Todos ustedes tienen’, dijo Swami, ‘si comes, significa que Yo también comí’. Él no tomo para si. Todos comimos. Swami luego arrancó un relicario de oro del mismo árbol de tamarindo y me lo dio. ¡En el relicario había una imagen de Shirdi Sai y en el corazón de Shirdi Sai estaba Sri Sathya Sai!
 
Ese día llegamos a la casa del devoto en Bangalore donde se alojaba Swami. Se fue a descansar y no salió ni para las 10 de la noche. Decidí ir a casa en un taxi y le pedí al anfitrión que enviara a alguien conmigo como compañía. Pero no tenía a nadie de mas ya que Swami estaba allí. Así que agarré el talismán que Swami me había dado y fui a mi casa a salvo en un taxi. Al día siguiente, Swami me reprendió por ir sola en la noche en un taxi a mi casa.
 
‘Tenía el talismán conmigo para protegerme’, respondí.
 
Después de unos días, Swami se fue a Mysore. Luego descubrí que faltaba mi talismán. Pasados tres días Swami regresó a Bangalore y me llamó por teléfono, ‘Me ha llegado el talismán. No hay necesidad de preocuparse.’
 
Corrí hacia Él y le rogué que me devolviera el talismán.
 
‘No’. Swami se negó, ‘te atreviste a ir sola en la oscuridad de la noche en taxi porque estaba contigo’. Así que lo retiré. Después de varios días, por supuesto, cedió y me devolvió el talismán.
 
Luego de unos días, una rani de Hyderabad invitó a Bhagavan a su palacio. Nos pidió que también fuéramos con Él. Cuando estuvimos en Hyderabad, las piedras del talismán se cayeron. ‘Por favor, repáralo, Swami’, supliqué dándoselo.
 
‘¿Quieres el marco dorado’, preguntó Swami, ‘o mi mantra en él?’
 
‘Quiero el mantra’, respondí.
 
Inmediatamente, Swami lo arrojó por la ventana hacia el jardín y dijo ‘quien lo recoja mañana puede tenerlo’. A la mañana siguiente todos lo buscamos en vano. En el desayuno, Swami dijo ‘el agua que me dieron no es pura’. La anfitriona estaba perturbada. Filtraron bien el agua y la trajeron. ‘Hay un pez en este vaso de agua’ comentó Swami con seriedad. Fuimos y miramos dentro del vaso. Algo nadaba en el vaso. ¡Era mi talismán! Swami lo extrajo y de él sacó un papel amarillo en el que estaba escrito un mantra. Me lo dio. Le hice una cubierta de oro y la usé alrededor de mi cuello.
 
Esos fueron los días del movimiento Razakar en el ex estado de Hyderabad. Los razakars atacaban a los hindúes y los mataban si ofrecían resistencia. Una vez íbamos en un auto cuando los Razakars nos detuvieron. Apenas vieron a Swami en el auto, nos dejaron ir en silencio.
 
Un día había hinchazón en la mejilla de Swami. No nos permitió llamar a un médico.Todos estábamos preocupados. Por la noche, Swami sacó de Su boca un ídolo de Krishna y se lo dio a la Rani, quien era devota de Krishna.
 
‘¡Miren!’ Swami nos preguntó ‘¿cómo está la hinchazón?’
 
La hinchazón desapareció y ya no estaba.
 
Debido a la gracia de Swami, pude tener el darshan de mi madre físicamente el quinto día después de su partida, ya que no pude verla antes de su muerte.
 
Swami honró nuestra casa por tres días sucesivos de Gouri pooja. En un día, Swami se dio a sí mismo arathi y se lo ofreció a todos. Cuando llegó mi turno, Él materializó para mí un colgante incrustado con diamantes y zafiros.
 
Mientras regresaba de Puttaparthi, le dije a Swami: ‘Me siento triste por dejar el lugar, porque no recibiría el darshan de Swami allí aunque pudiera tener todos los lujos’.
 
‘Tendrás mi darshan en mi casa en Bangalore’, sentí como si alguien me hubiera tocado el hombro y me hubiera despertado cuando estaba dormida una noche. Me desperté solo para encontrar que estaba en Prashanti Nilayam. Muchas damas dormían a un lado y varones al otro. Swami estaba durmiendo en un catre. Cuando miré a mi lado, había un hombre durmiendo allí. Estaba aturdida. ‘¿Cómo llegué a Parthi en la noche? ¿Quién es este hombre a mi lado? Me estremecí al pensar qué diría la gente si me encontraran durmiendo al lado de un extraño en la noche. Quería ir y quejarme con Swami. Pero Él estaba durmiendo con una sonrisa inocente e infantil en Su rostro.Yo no podía molestarlo. ‘Iría y me pararía cerca de Sus pies para poder decirle cuando despertara’, pensé y traté de levantarme. De repente, la escena desapareció. Me encontré en mi dormitorio en mi casa. La persona que dormía a mi lado no era otra que mi esposo. Se despertó y me preguntó: ‘¿qué haces sentada en medio de la noche? Acuéstate y duerme un poco’. Entonces me di cuenta de que Swami me había dado darshan en mi casa como Él lo prometió.
 
Una vez, cuando estaba en Puttaparthi, una mujer trajo a su esposo que estaba enfermo y le recomendaron una cirugía. La vista era tan lamentable que le rogué a Swami que se apiadara de él.
 
Después de un tiempo, fuimos al Chitravathi y regresamos tras diez minutos con agua. ‘Vierte un poco de agua en mis manos’, me pidió Swami. Mientras echaba agua, me asusté porque Sus manos estaban llenas de sangre.
 
‘¿Qué es esto, Swami?’ Pregunté.
 
‘Me pediste que salvara a ese paciente’, respondió Swami, ‘le realicé una operación’.
 
Esa noche no pude dormir. ¿Cómo soportó ese hombre el dolor de la operación sin anestesia?
 
A la mañana siguiente, Swami me llamó. ‘Consigue un poco de algodón’, dijo, ‘y dáselo al paciente’. Cogí algodón y golpeé la puerta gritando ‘¡Amma!’
 
‘Rápido’, la orden de Swami vino desde atrás, ‘ve y dale algodón en rama’. Entonces, entré en la habitación con gran temor; que vi ahi ¡El paciente estaba sentado en una tabla y comía un plato lleno de idlis! No había necesidad de algodón. ¡Fue solo una broma que me jugó Swami!
 
‘Swami materializó un trisul (tridente) y un cuchillo’, me dijo el paciente. Materializó vibhuti y lo untó en mi cara. Entonces me fui a dormir. Después de cinco minutos, me desperté; Swami me dijo ‘la operación ha terminado’. Eso es lo que recuerdo’. Pronto se mejoró y estaba atendiendo a su trabajo normal.
 
En otra ocasión, cuando estaba en Puttaparthi, trajeron a una mujer ante Swami con quemaduras. El accidente ocurrió cuando alguien encendía una luz de petromax. Ella estaba de pie allí mirándolo. De repente, se salpicó de querosene y quedó envuelta en llamas. Inmediatamente llamó a Swami, y un niño pequeño apareció en escena y apagó el fuego. Su sari y blusa no se incendiaron, pero su cara, cuello y mano sufrieron graves quemaduras.
 
‘No me lleven a un doctor’ le dijo a su gente inmediatamente después del accidente, ‘llévenme a Swami’.
 
Swami materializó con un movimiento de Su mano algunas hojas de hierbas que crecen solo en los Himalayas. Exprimió las hojas para obtener su jugo y se lo dio a ella para que lo tragara. Luego le pidió que aplicara la pulpa del mismo en las partes afectadas de su cuerpo.
 
En unos pocos días, sus heridas sanaron por completo sin dejar una sola cicatriz. Si hubiera ido al hospital, habrían pasado meses antes de que sus heridas sanaran. Incluso entonces habrían quedado cicatrices causando un feo aspecto.
 
Una vez, Swami nos llevó al Chitravathi. Se sentó en silencio apilando la arena frente a Él. ‘¿Qué día es hoy?’ Nos preguntó de repente. Era el día de Shivaratri. Por supuesto, Swami lo sabía bien. ¿Por qué nos preguntaba? Uno de los devotos respondió ‘es el día de Shivaratri, Swami’.
 
‘Ya ves’, dijo Swami, ‘Iswara nacerá hoy’.
 
Al momento siguiente, un ídolo de Parameswara surgió lentamente de la arena. Estaba hirviendo. Swami lo tomó en Su mano y lo colocó a un lado.
 
‘Siva necesita a Parvathi’, dijo Swami, ‘¿no es así?’
 
Todos dijimos ‘¡Sí!’
 
En un santiamén, un ídolo de Parvathi emergió del montón de arena. Así, Swami sacó el ídolo de Vighneswara y luego un lingam.Todos los ídolos estaban hechos de panchaloha (una aleación de cinco metales). Estaban tan calientes que su manipulación produjo ampollas en las manos de Swami. Entonces Swami agitó Su mano, produjo un poco de vibhuti y lo frotó en Sus manos. ¡Enseguida desaparecieron las ampollas!
 
‘¡Miren!’ Swami exclamó.Todos miramos el río que fluía tranquilamente detrás de nosotros. Había tres leopardos bebiendo agua en el río. Algunos de los presentes se asustaron, pero los leopardos ni se nos acercaron ni nos hicieron daño.
 
Una vez acompañamos a Swami a un pueblo en un camión. Regresábamos alrededor de la 1 p.m. El agua que trajimos con nosotros estaba agotada.Teníamos sed. Swami le pidió a un devoto que fuera al Chitravathi y trajera agua. Cuando trajo el agua, Swami sirvió un vaso a cada uno de nosotros. Cuando lo bebimos, nos sorprendió. ¡Era agua de limón! Swami reservó un poco de agua en la jarra. Sirvió un vaso a cada uno de los presentes en el mandir de la misma jarra. El cántaro dio un vaso lleno a cada uno entre tantos, eso también, ¡agua de limón!
 
Asimismo, Swami materializó amrita en el día de Ugadi y nos dio a todos una cucharada.
 
En otra ocasión, algunos aldeanos vinieron y se quejaron de que algún espíritu maligno estaba causando peligro en el camino hacia el mercado. Swami fue con ellos y dibujó un círculo en un lugar allí. Hizo que se excavara cuando se desenterraron un pir y otros cuatro símbolos del culto musulmán. Fueron llevados al mandir y guardados allí. Cada año, los musulmanes de la aldea los toman prestados del mandir, realizan los ritos de Muharram y luego los devuelven al templo.
 
Un día, cuando estaba con la Rani de Hyderabad, envió a su empleado a despedir a algunos de sus invitados. El empleado estaba sentado con el huésped en el tren y charlando. De repente el tren arrancó. El empleado trató de saltar del tren en movimiento y cayó accidentalmente entre la plataforma y los rieles. El invitado de la Rani entró en pánico y tiró de la cadena de alarma. Cuando el tren se detuvo, el invitado se bajó solo para encontrar al empleado subiendo a la plataforma desde abajo. Estaba ileso.
 
‘¿Cómo pudiste permanecer ileso?’, preguntó el invitado con desconcierto.
 
‘La mano de Swami me sujetó con fuerza a la plataforma y yo estaba viendo pasar las ruedas’, dijo el empleado.
 
Yo estaba con la Rani cuando el empleado regresó de la estación de tren y narró su experiencia.
 
En los primeros años de mi asociación con Swami, solía pintar cuadros de Swami y vendérselos a los devotos. Solía ​​remitir las ganancias de la venta al mandir para Narayana seva. Un señor me quitó un cuadro. Quería ponerlo en su pooja, pero lo guardó en algún lugar y lo olvidó. Un día lo recordó y buscó en vano por todas partes. Luego oró a Swami. ¡Para su gran sorpresa, lo encontró en su cuarto de pooja en el mismo lugar y en la posición donde quería guardarlo!
 
Una vez, una mujer mordida por una cobra fue llevada ante Swami. Swami materializó vibhuti, lo mezcló con agua y vertió un poco en su boca y otro tanto en su oído. Se despertó como de un sueño profundo.
 
Un día fui a Whitefield. Éramos 12 personas sentadas en una habitación. Swami también entró y se sentó con nosotros.Tomó una hoja verde y grabó en ella un hermoso pavo real con Su uña. Él nos lo dio.Todos lo vimos y se lo devolvimos a Swami. Swami luego lo sopló cuando se transformó en un ópalo. Cada uno de nosotros lo tomó en sus manos y lo vio. ¡Entonces Swami lo tomó y lo sopló, se transformó en una gran pera! Así, Swami lo cambió por un gran diamante, japamani (una gran cuenta de oración), y al final volvió a ser la hoja original”.
 
– Relato de la difunta Sra. Nagamani Purnaiah
 
Fuente: Extraído de su libro ‘The Divine Leelas of Bhagavan Sri Sathya Sai Baba’