CUANDO DESCIENDE LA DIVINIDAD – Por el Padre Charles Ogada

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CUANDO DESCIENDE LA DIVINIDAD

Por el Padre Charles Ogada

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– La historia no contada de la Navidad

“En el principio era el Verbo,
Y la Palabra estaba con Dios
Y el Verbo era Dios

Y el Verbo se hizo carne
Y habitó entre nosotros
Lleno de Gloria y Verdad

Todas las cosas fueron hechas y llegaron a existir por Él,
Y sin Él no se hizo ni una sola cosa
que haya llegado a existir

Él vino al mundo,
Y aunque el mundo fue hecho a través de Él,
El mundo no lo reconoció.

Pero a cuantos le recibieron y acogieron
Él dio la autoridad,
Para realizar su Divinidad interior”

Este hermoso prólogo de San Juan describe elocuentemente el fenómeno divino cuando la Conciencia Cósmica Sin Forma decide asumir forma y morar entre nosotros. Esta vez eligió un nombre “Jesús” y levantó Su tienda en Nazaret, una humilde aldea de Galilea. Los cristianos de todo el mundo celebran este Drama Divino en Navidad.

– La Navidad es para toda la Humanidad

Jesús no es sólo para los cristianos, Jesús es para toda la humanidad. Es más, Jesús es para toda la Creación. Como tal, el nacimiento de Jesús es un acontecimiento cósmico. Por lo tanto, es necesario reflexionar, durante este tiempo sagrado, sobre el significado y la importancia del nacimiento de Jesús. ¿Quién es Jesús? ¿Cuál fue el propósito de su nacimiento? ¿Cuál fue el mensaje que dejó a la Humanidad? ¿Cómo debemos celebrar la Navidad? ¿Cómo podemos hacer que el propósito del nacimiento de Jesús sea el propósitol de nuestro propio nacimiento? En otras palabras, ¿cómo podemos vivir y morir por el mismo fin por el que Jesús vivió y murió? Estas preguntas se han vuelto muy urgentes en nuestro mundo actual, donde la gente ha perdido el significado interior del advenimiento de la Divinidad.

La celebración de la Navidad se ha vuelto vacía de pompa y fanfarria materialistas. Para muchos, la época de Navidad se ha convertido en sinónimo de fiestas desenfrenadas de gratificación sensual, matanza de animales y dispendios financieros. Para otros, es el momento de ir a la iglesia, cantar villancicos e intercambiar regalos navideños con amigos y parientes. Hoy en día, hay más niños que creen en Papá Noel que en Jesús. Se ha olvidado el verdadero significado de la Navidad.

Debemos recordar que la Navidad es el día en que la Divinidad nace en nuestros corazones. El símbolo de la Navidad es la estrella; una luz en la oscuridad. Esa luz no está fuera de uno mismo, sino que brilla en el Cielo interior. La celebración de la Navidad debe tomar la forma del despertar a la Luz de la Realidad Eterna. Este es el propósito mismo del Descenso de la Divinidad: hacer que nos demos cuenta de nuestro estado Divino sin forma. Cómo realizamos este propósito depende en gran medida de nuestra comprensión y aplicación del significado interno del nacimiento Divino. La comprensión da claridad a nuestras intenciones; la claridad de intenciones presta rectitud a nuestras acciones y las acciones correctas conducen los pasos del hombre de vuelta a su fuente, Dios.

– Se cumple la esperanza de Israel

Hace mucho tiempo, los profetas judíos predijeron la venida del Mesías. Setecientos treinta años antes del nacimiento de Jesús, el profeta Miqueas había dicho:

“Pero tú, Belén, aunque eres pequeña,
de ti saldrá el que será pastor de Israel,
Uno cuyos orígenes se remontan a tiempos antiguos” (Miqueas 5,2).

El profeta Isaías había escrito extensamente sobre la venida del Mesías y su naturaleza. Uno de estos escritos dice:

“¡Nos ha nacido un niño! ¡Se nos ha dado un hijo!
Y el gobierno reposará sobre sus hombros.
Estos serán sus títulos reales: “Consejero maravilloso”,
“Dios poderoso”, “Padre Eterno”, “Príncipe de Paz”.
Su gobierno pacífico en constante expansión nunca terminará.
Gobernará para siempre con equidad y justicia
Desde el trono de su antepasado David”. (Isaías 9:6)

A lo largo de los años, Israel había vivido bajo muchos sometimientos políticos. Con el paso del tiempo, la idea del Mesías se redujo a una figura que vendría a liberar a los judíos de la esclavitud política. Esta creencia se hizo muy fuerte en la época de Jesús, cuando los judíos estaban bajo el dominio romano (63 a.C.). Las profecías mesiánicas hicieron que los judíos vivieran con esperanza, aguardando y vigilando el momento en que llegaría el Mesías prometido. Pero cuando finalmente llegó, no vino como un rey político con nacimiento real y prestigio sino como un simple pobre nacido en el seno de una familia rural. Jesús no vino como un rey guerrero y conquistador, sino como un humilde Cordero. Su Reino no era de este mundo. El Reino sobre el que gobierna es de orden espiritual. No vino a derrocar un régimen político, sino a entronizar una revolución espiritual. Una revolución que ha dado un vuelco a la historia de la humanidad desde que Él murió en la cruz.

– La Inmaculada Concepción

María, la madre elegida de Jesús, era una humilde adolescente campesina. Fue prometida en matrimonio a un hombre llamado José, descendiente de David. Según la tradición judía, tras los esponsales, la joven se separa del prometido durante un año. La boda propiamente dicha tiene lugar al final de este periodo, luego del cual se van a vivir juntos. Fue durante este tiempo de esponsales cuando Dios envió al ángel Gabriel a la Virgen María a la ciudad de Galilea llamada Nazaret.

La pequeña habitación en la que se encontraba María se iluminó de repente con un resplandor celestial. El esplendor de la luz desbordó el alma de María y llenó su corazón. El ángel le dijo: “¡Salve, tú que eres muy favorecida! El Señor está contigo”. María se turbó mucho al oír estas palabras y se preguntó qué clase de saludo sería éste. “¿Esto es una visión o estoy soñando despierta?”, se preguntaba María con asombro. Pero el ángel consoló a María y le dijo: “No temas, María. Has hallado gracia ante Dios. Estarás encinta y darás a luz un hijo, al que pondrás por nombre Jesús. Será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le otorgará el trono de David, su padre, y le dará la casa de Jacob para siempre. Su Reino no tendrá fin”.

Ante esto, María quedó más confundida que nunca. Este encuentro divino era demasiado para su alma sencilla. Titubeó y preguntó al ángel: “¿Cómo será esto, siendo yo virgen?”. El ángel respondió: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Así, el que va a nacer se llamará Hijo de Dios.También Isabel, tu prima, va a tener un hijo en su vejez, y la que se decía estéril está de seis meses. Nada hay imposible para Dios”. Cuando María oyó esto, supo con certeza que había caído en la red divina. Se quedó pensativa un rato y, cuando las palabras calaron en su alma, dijo al ángel: “Soy la sierva del Señor, que me suceda lo que has dicho”. En aquel mismo instante en que María dijo “sí” a la Voluntad de Dios, el Verbo Divino formó para Sí un nicho en su seno, lleno de Gloria y Verdad. Entonces el ángel desapareció.

El “sí” de María a Dios fue un acto de completa fe y entrega a la Voluntad Divina. Una fe totalmente ciega a la visión y a la lógica de la razón, pero abierta a la intuición y al poder del Espíritu invisible. María comprendió muy bien las consecuencias de su “sí” a Dios. ¿Quién creeria su historia? Embarazada por el Espíritu Santo. Conocía el posible resultado, una vergüenza pública y la muerte por lapidación. ¿Y cómo iba a convencer a José? María meditó todo esto en su corazón y puso su confianza en Dios, a quien el ángel había dicho: “Nada es imposible”.

– El dilema de José

José no creyó a María al principio. ¿Quién lo haría? Sin embargo, José era diferente del común de la gente. La Biblia le llama “hombre justo” (Mateo 1:20). Pensó una y otra vez en la historia de María. Durante largos y agotadores días y horas de insomnio, José contempló este extraño suceso. Conocía la inocencia y la pureza cristalina de María. Siempre tenía ante sus ojos la imagen de su humildad y de su devoción incondicional al Señor. José sabía que María no podía haber fingido la historia. Sin embargo, el estigma social le atormentaba el alma. ¿Qué dirá la gente? ¿Quién creerá nuestra historia?

Finalmente, José decidió romper el compromiso discretamente para no deshonrar públicamente a María. Pero, mientras reflexionaba, cayó en el sueño. El ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: “José, hijo de David, no temas seguir adelante con tu matrimonio con María. Porque el Niño que lleva dentro ha sido concebido por el Espíritu Santo.Tendrá un hijo y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”. Cuando José recibió esta confirmación del Señor, se llevó a María a su casa como esposa.

Uno sólo puede imaginar el estado de soledad y confusión mental por el que pasó la joven María ante esta resolución divina. Sin embargo, en su soledad encontró consuelo en el Eterno que se formaba en su vientre.Toda su vida, desde el momento en que dijo “sí” a Dios, se convirtió en una larga cadena de desafios y tentaciones, tribulaciones y pruebas. Esta cadena alcanzó su punto culminante al pie del monte Calvario, donde la Madre María permaneció junto a Jesus y contempló la crucifixión de su hijo en la hora de la cruz.

De hecho, la historia de María y José nos dice que cuando Dios nos ha hecho instrumentos especiales en su Drama Divino, no nos hace inmunes a los problemas mundanos. Al contrario, nos da la plenitud de ellos.

Como María, debemos estar dispuestos a sufrir toda clase de adversidades con un corazón abierto y sumiso a la voluntad divina. El “sí” de María fue un “sí” total. Fue un “sí” en todo momento, bueno y malo. Un “sí” abierto a las incertidumbres de la Voluntad Suprema. Era un “sí” cuya única razón era el Amor del Amado.

– Nacido en un pesebre

El nacimiento de Jesús estuvo plagado de dificultades. María y José vivían en Nazaret, a cuatro días de camino al norte de Belén. Sucedió que el emperador romano, César Augusto, ordenó un censo fiscal y José tuvo que regresar a su hogar ancestral, Belén, la ciudad de David, para inscribirse.

Por aquel entonces, María estaba encinta. María tuvo que ir con José a pie y en burro durante este largo viaje. Era invierno, y el cansancio pesaba sobre ella. Cuando José y María llegaron a Belén, comenzaron los dolores de parto. José buscó desesperadamente un lugar donde María pudiera dar a luz. Cada casa a la que llamaba era rechazado con una severa réplica: “Aquí no hay sitio, por favor, prueba en la posada de al lado”. José, finalmente, sólo pudo encontrar lugar en un establo, el sitio de los animales para el ganado, las ovejas y las vacas. Sathya Sai Baba nos dice que era un establo y ¡era medianoche! José preparó el espacio entre las vacas y salió al camino en busca de alguna mujer que pudiera ayudar a María a dar a luz a su primogénito. Mientras buscaba desesperado por las calles, oyó el llanto del bebé.
Jesús nació aquella noche. Como los padres no tenían una cama para Él, utilizaron un comedero para animales lleno de la hierba seca que estos comían. Lo envolvieron en pañales y lo colocaron en un pesebre (Lucas; 7:7). Las tarjetas de Navidad y las fotos de hoy en día hacen que parezca tan bonito. Pero en realidad, el pesebre debía de ser muy ordinario. María estaba de parto. Aquí el Niño de Belén comenzó su misión divina.
A veces, cuando nos enfrentamos a dificultades en la vida, sentimos que Dios ha huido de nosotros. Hacemos muchas preguntas locas, una de las cuales es siempre: “¡Dios! ¿Dónde estás?”. Claro, Dios responde: “¡Estoy donde tú estás!”. ¿Cómo puede ser de otra manera? ¿Quién podría imaginar que Dios estaba con José y María durante aquellas duras condiciones que rodearon el nacimiento de Jesús? Sin embargo, llevaban a Dios en las palmas de sus manos. Emmanuel, la encarnación de “Dios con nosotros”, estaba con ellos en Presencia material concreta. El hecho de que nos enfrentemos a dificultades y obstáculos no indica que Dios esté ausente. Esto es sólo nuestra imaginación. La verdad es que Dios está siempre con nosotros.Y esta Presencia a veces se siente más en los momentos de grandes conflictos. Esta es la manera que tiene Dios de refinarnos y llevarnos a esa conciencia constante de Su Presencia permanente; y así encontramos a la Madre Kunti (la madre de Arjuna a quien el Señor Krishna enseñó el sagrado Bhagavad Gita) rogándole a Krishna que le conceda siempre sufrimientos y dificultades para poder recordarlo en todo momento.

– El pesebre es un símbolo de servicio

¿Cuál es el significado interior del nacimiento de Jesús en un pesebre? ¿Por qué el Hacedor y Señor del Universo se conformó con el establo del ganado? ¿Se trata de otro accidente divino o de una lección oculta para la humanidad? Jesús conocía su divinidad, pero nunca presumió de ella. Por el contrario, se despojó de sí mismo y tomó la posición de un siervo. No sólo ocupó un lugar bajo, sino el más bajo. Este es un ejemplo para todos.
Una vez, los discípulos de Jesús estaban discutiendo quién sería el más grande en el reino. Jesús les paró en seco y les recordó el propósito de su humilde nacimiento. “Porque el Hijo del Hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida en rescate para muchos” (Marcos 10:43).
El pesebre es un símbolo de servicio. Servir es rebajarse. Es ocupar el lugar más bajo. Es vaciarse de todo rastro de ego. No puede haber servicio genuino sin este toque de humildad. Nuestro amado Swami nos dice: “La esencia del servicio es el desinterés y la abnegación del fruto del mismo”. Pero siempre nos aferramos a nuestros altos estamentos y estatus. Esperamos y nos asimos a posiciones y poderes exaltados. Incluso cuando “condescendemos” a servir, ¡no servimos como siervos sino como amos y señores! Una vez más, Swami ha enfatizado: “Si el servicio se hace por el nombre, el honor y la fama, y si en la mente hay un anhelo por los frutos de las propias acciones, entonces la afirmación ‘El servicio al hombre es el servicio a Dios’ no tiene sentido, ni se obtendrán los resultados esperados”. La historia del pesebre nos enseña que el servicio genuino proviene de un corazón que se ha vaciado de todo nombre y fama, poder y posición, pompa y espectáculo. Es un servicio sin ego.
– Jesús vino a salvar a los animales

Hay otro mensaje importante de por qué Jesús nació en medio de los animales. ¡Jesús también vino a salvar a los animales! Vino para poner fin a su sacrificio (incluyendo el sacrificio de animales para los dioses de nuestros estómagos). Jesús mostró esto en términos inequívocos.

Primero, ¡Él nació entre los animales! Los animales lo recibieron en su cobertizo.Tuvieron la suerte de escuchar Su primer llanto infantil, un llanto que limpió todas las lágrimas que habían derramado en las manos de la humanidad. ¡Vieron Su Divina sonrisa que les decía que Dios también estaba con ellos! Se les dio el privilegio de ser los primeros en contemplar Su Divino rostro lleno del resplandor de la Verdad.

Al final de su vida terrenal, Jesús también se identificó con los animales. Ofreció su cuerpo y su sangre, como la ofrenda final para todas las personas por toda la eternidad (Hebreos 9:12, 10:10, 10:14.). En la antigüedad, los animales eran los “chivos expiatorios” de los pecados de las personas y cargaban con la peor parte de la maldad y la ignorancia de la humanidad. Esta era una práctica común en la época de Jesús. Jesús no aprobaba esta costumbre.

En la noche de cada Pascua, el pueblo judío celebra el sacrificio del cordero pascual en conmemoración de su liberación del dominio del Faraón como esclavos en Egipto. En esta noche se inmolan millones de corderos (ya que cada hogar debe sacrificar un cordero). En la última noche de Pascua (la última cena) que Jesús comió con sus discípulos, comenzó a hablar sobre su propio cuerpo y su sangre derramados y entregados por los pecados del mundo.

De una manera dramática y simbólica, Jesús reemplazó el cordero pascual con el “pan” que dijo que era su cuerpo y el “vino” que declaro era su sangre. “Mientras comían, Jesús tomó una hogaza de pan, y después de bendecirla, la partió, se la dio a los discípulos y dijo: ‘Tomad, comed; este es mi cuerpo’. Entonces tomó una copa, y después de dar gracias, se las dio, diciendo: ‘Bebed de ella todos; porque esta es mi sangre del nuevo pacto, que es derramada por muchos para el perdón de los pecados” (Mateo 26:26-28). En cuestión de horas, Jesús fue arrestado, juzgado y crucificado.

Los discípulos de Jesús entendieron este acto divino simbólico. Hubo un cambio de conciencia. El antiguo pacto por el cual se sacrifican animales para la expiación de los pecados dio paso al “nuevo y eterno Pacto en la sangre de Jesús” (Lucas 22:20). Jesús había muerto en la Pascua en lugar del cordero del sacrificio. Se convirtió, literalmente, en el Cordero Pascual, el “Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Juan 1: 29).

La Navidad está incompleta sin comprender el significado interno de este acto divino. Debemos ser amables con los animales. Debemos dejar de matarlos. En cambio, como dice Bhagavan Baba, deberiamos sacrificar las cualidades animales en nosotros: codicia, ira, odio, celos, lujuria y ego. Cuando se eliminen estas cualidades, naturalmente seremos amables con los animales, afectuosos con el hermano cordero, ya que a Jesús se le conoce como “El Cordero de Dios”. Amar a las ovejas porque Jesús se llamó a sí mismo “El Buen Pastor”; agradecido con la madre vaca que vio la agonía de la Madre María dando a luz a su hijo primogénito; misericordioso con la gallinita porque Jesús comparó el amor de Dios con el de la gallina que junta sus pollitos debajo de las alas (Lucas 13,34).

Se debe permitir que el reino animal celebre la Navidad con gozo y alegría porque jugaron un papel vital en el nacimiento Divino. Es una tragedia humana que estas criaturas sufran tan terriblemente en manos del hombre, especialmente durante la temporada navideña, cuando millones de animales son sacrificados para “celebrar” el cumpleaños de Jesús.

– La acción de Dios tiene un significado más profundo

No tendrá ningún significado espiritual para nosotros entrar aquí en la retórica de si Jesús aceptó o no la comida no vegetariana. Baste señalar que la Divinidad trabaja a través de la cultura para transformar la cultura. Dios no obra fuera de la condición humana. Se rebaja al nivel de la humanidad para elevar a la humanidad a la altura sublime de la Divinidad. Jesús mismo dijo: “No he venido a abolir las leyes, sino a perfeccionarlas” (Mateo 5:17). El Amado Swami lo expresa de manera más directa: “Cuando el bebé en la cuna llora y clama por ayuda, la madre se inclina y lo toma en sus brazos. Su encorvamiento no debe describirse como un ‘descenso'”.

Muchas Encarnaciones Divinas han actuado de maneras que podríamos considerar “extrañas y poco éticas”. Pero, ¿cómo podemos interpretar las acciones de Dios usando binoculares humanos? Dentro de cada acción Divina yace una semilla profunda de significado espiritual; y es sólo a través de la indagación espiritual que podemos discernir esta verdad interior. Shirdi Sai Baba, la primera encarnación de los Avatares Sai, era conocido por fumar pipa. Una vez, un buscador (Balaram) vino a visitarlo con otros devotos. Esta fue su primera visita a Baba. Baba estaba en la mezquita y fumaba chillum. Balaram se sorprendió cuando vio esto. Empezó a tener algunas dudas. Entonces Baba le entrego su pipa. Balaram no estaba acostumbrado a fumar pero aceptó por respeto. Fumo con mucha dificultad. Sin embargo, ese momento se convirtió en el momento más auspicioso para Balaram. Sufría de asma severa durante seis años. Esta bocanada lo curó por completo de la enfermedad que nunca más lo molestó.

Cuando Dios actúa como hombre, Sus acciones son como una vacuna contra la enfermedad del hombre. El mismo principio médico opera incluso a nivel Divino: “lo similar cura a lo similar”. ¡Jesús hizo tantas cosas que escandalizaron y sorprendieron a los judíos y les hicieron pensar que estaba loco, poseído o simplemente era un pecador! Sí, Jesús se identificó con los “pecadores”. Él no los condenó ni trató de obligarlos a dejar esos malos hábitos de la noche a la mañana. ¡No! Fue paciente con ellos. Sus discípulos eran simples pescadores. La cultura en la que Él comenzó a propagar Su mensaje comía carne. Obviamente conocía los profundos sentimientos religiosos que rodeaban la fiesta de la Pascua. Era muy consciente de que la comida tradicional de Pascua está incompleta sin la carne del cordero pascual. Jesús no detuvo esta tradición de matar animales inocentes sin proporcionar un sustituto, una alternativa perfecta. Esto lo hizo en la última cena cuando reemplazó el cordero con el “pan eucarístico”, símbolo de su cuerpo, e instruyó a sus discípulos a hacer esto siempre en su recuerdo (Lucas 22:19).

A partir de entonces, cada vez que los cristianos se reúnen para celebrar Su memoria, el sacerdote levanta el Pan en sus manos y declara a la congregación: “Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo, felices los que estamos llamados a recibirlo”. Pero la celebración de la memoria de Cristo debe ser un ejemplo vivido en nuestra vida práctica cotidiana. No debe limitarse a la iglesia. De nada sirve sustituir el cordero del sacrificio por el pan eucarístico – simbólico del cuerpo de Cristo – y después de la celebración en la iglesia, ir a casa y asar los corderos para saciar nuestro apetito. ¿No es esto hipocresía religiosa? Cuando actuamos así, ¿no estamos frustrando el propósito mismo por el cual Cristo dio su vida en la cruz por todos, a saber, la evolución espiritual de toda la creación? “Porque toda la creación espera ser liberada de la esclavitud de la corrupción a la libertad gloriosa de los hijos de Dios”! (Romanos 9:21)

– La historia del pastor

Gloria a Dios en lo más alto; Paz en la tierra.

¿Fue otra coincidencia divina que el mensaje del nacimiento de Jesús llegara primero a los pastores que cuidaban de sus ovejas en el campo? (Lucas; 2:8). En la época de Jesús, los pastores de ovejas eran considerados por otras personas como inferiores en el orden social. Sin embargo, fue a estos pastores a quienes se les anunció por primera vez el nacimiento de Jesús de una manera sorprendente y dramática. Estos pastores estaban en el campo abierto en medio de la noche cuidando su rebaño; y de repente un ángel del Señor apareció entre ellos y el resplandor de la Gloria del Señor los rodeó.

Estaban asombrados, pero el ángel les aseguró: “¡No tengan miedo!”. Él dijo: “¡Os traigo buenas noticias de gran alegría para todos!”. ¡He aquí, Cristo el Señor, ha nacido esta noche en Belén, la ciudad de David! Y así lo reconoceréis: encontraréis a un niño envuelto en pañales acostado en un pesebre”. Mientras el ángel hablaba, una gran cantidad de seres, los ejércitos del cielo, se unieron en coro y comenzaron a alabar a Dios:

“Gloria a Dios en el cielo más alto

y paz en la tierra

A todos los que Dios favorece”

Cuando los ángeles regresaron al cielo, los pastores corrieron al pueblo y encontraron a María, José y el bebé acostados en el pesebre. Les contaron a todos su historia.

– Jesús es el Buen Pastor

La metáfora del “pastor” ha sido un poderoso simbolismo religioso en la historia de la salvación de Israel. El Amor de Dios por Su pueblo se compara con el de un buen pastor que guarda su rebaño sobre las colinas rocosas y lo conduce por los bosques a agradables pastos verdes (Salmo 23:2). Durante la noche, el pastor los vigila, los protege de las fieras, los salva de los ladrones que acechan, cuida con ternura a los débiles y enfermizos, y levanta a los corderitos cerca de su corazón y los consuela en su seno (Isaías 40:11). Por grande que sea el rebaño, él conoce a cada uno por su nombre y los llama así (Juan 10:3). El Salmo 23 resalta esta analogía muy bellamente.

“El señor es mi pastor; no estaré en necesidad.

En verdes pastos me hace descansar;

Me conduce junto a aguas tranquilas,

Él restaura mi alma.

Me guía por sendas de justicia

por causa de Su nombre.

Aunque camino

Por el valle de sombra de la muerte,

No temeré ningún mal,

porque tú estás conmigo;

tu vara y tu cayado,

me consuelan.

Tú preparas una mesa delante de mí

en presencia de mis enemigos.

Unges mi cabeza con aceite;

mi copa se desborda.

Seguramente el bien y el amor me seguirán

todos los días de mi vida,

y en la casa de Jehová moraré para siempre”.

Abraham, Isaac, Jacob y David fueron pastores. Jesús compara Su Amor con el de un Buen Pastor. Él dice: “Yo soy el Buen Pastor que da Su vida por las ovejas” (Juan 10:11). También es interesante saber que el Señor Krishna es adorado como el “niño pastor”.

– Dios viene a rescatar a los perdidos

La tarea del Avatar es como la del buen pastor. Viene a rescatar a la humanidad perdida y descarriada y la conduce de regreso a su origen Divino. Jesús contó la historia de la oveja perdida para mostrar que nada puede obstaculizar la voluntad de Dios de salvarnos.

Supón que tienes cien ovejas y cuando cae la noche una se extravía y se pierde. ¿Qué vas a hacer? Seguramente dejarás juntas a las noventa y nueve ovejas seguras e irás en busca de la perdida. Subirás y peinarás los cerros buscando y buscando hasta encontrar la oveja perdida. Luego la levantas, la pones sobre tu hombro y la llevas colina abajo hasta el campamento. Entonces le pides a tus amigos que se regocijen contigo. “Vuestro Padre Celestial es así”, dijo Jesús. Cuando hayas perdido tu camino, él te rescatará y te salvará y nunca te abandonará hasta que te encuentre y tú lo encuentres (Mateo; 18:11).

Esta es una buena noticia para la Humanidad. Es voluntad del Padre que nadie se pierda. Todos se salvarán. Esta es la verdad. De hecho, ¿cómo puede alguien perderse alguna vez? ¿De qué y hacia dónde? Ya que todo está en Dios, ¿dónde podemos escondernos de Él? (Salmo 139:7.) ¿Qué nos puede separar de Dios? (Romanos 8:35). La Biblia afirma que “en Dios vivimos, nos movemos y existimos” – (Hechos 17:28). La verdadera salvación es la comprensión de que nosotros y Dios somos uno y siempre inseparables al igual que la semilla y el árbol, las olas y el océano, los rayos y el sol. El día que nos damos cuenta de esta Verdad es el día en que encontramos a Dios y somos encontrados por Dios.

– Los primeros regalos de Navidad

Después del nacimiento de Jesús, tres reyes vinieron a buscarlo. Siguieron la dirección de la estrella que había aparecido en el nacimiento y finalmente encontraron el lugar donde se alojaban María, José y Jesús. Para honrar al niño trajeron ricos presentes: oro, un regalo para un Rey; incienso, quemado en adoración a Dios; y mirra, aceite usado para enterrar a los muertos.

Mientras regresaba, el primer rey le dijo a María: “Madre, has dado a luz un niño que ama a Dios”. El segundo rey dijo: “Madre, has dado a luz a un niño que será amado por Dios. El tercer rey dijo: “Madre María, tu Hijo no es diferente de Dios; ambos son uno”. El amado Swami nos dice que estas tres declaraciones de los tres reyes resumen las tres etapas de nuestro crecimiento espiritual que Jesús vino a enseñarnos. La primera declaración indica el papel de Cristo como Mensajero o Siervo de Dios. El que ama a Dios es el mensajero de Dios. Jesús primero se consideró a sí mismo como el servidor de Dios (Mateo 12:18). Esta etapa comprende todos los aspectos del karma yoga (unión con Dios a través del servicio desinteresado) tal como lo enunció el Señor Krishna en el Bhagavad Gita.

La segunda declaración muestra el papel de Cristo como Hijo de Dios. Aquel a quien Dios ama es el Hijo de Dios. Durante el Bautismo de Jesús en el Río Jordán por Juan Bautista (Mateo 3:18) y en su transfiguración en la Montaña (Marcos 9:4) se escuchó la Voz del Padre desde el cielo que decía: “Este es Mi Amado hijo y estoy plenamente complacido con él”. Jesús nos enseñó a llamar a Dios con el título de “ABBA Padre”, nombre arameo que expresa una relación muy íntima e inseparable entre nosotros y Dios (Marcos; 14:36). Esta segunda etapa representa todos los aspectos del Bhakthi Yoga (unión con Dios por pura Devoción).

La última declaración indica la realización de nuestra unidad inherente con Dios. El que comprende el principio de la Unidad se convierte en Uno con Dios. Este es el Camino del Jnana Yoga (unión con Dios a través de la Sabiduría). Jesús les dijo a los judíos: “Mi Padre y yo somos Uno” (Juan; 10:30) y nos recordó nuestra unidad con el Padre. Los sacerdotes judíos condenaron a Jesús por “hacerse igual a Dios” y Jesús les recordó esta antigua Verdad contenida en sus propias Escrituras: “Vosotros sois dioses e hijos del Altísimo” (Salmo 82:6 Juan; 10:34). Realizar esta unidad con Dios es el regalo precioso que Dios nos da en la Navidad.

En Navidad Dios nos da un regalo,

Una Presencia preciosa,

Pero buscamos regalos mundanos

Y olvidamos el Don de los Regalos;

El Dador de todos los regalos

¡Dios mismo!

En Navidad Dios nos da un regalo.

Pero no podemos encontrarlo

Porque miramos hacia afuera,

Mientras Él yace en lo profundo,

¡El pesebre de nuestros Corazones!

– La Huida a Egipto

No mucho después del nacimiento de Jesús, el rey Herodes estaba tras su vida. Los tres reyes habían visitado a Herodes para preguntarle el lugar donde nacería el mesías prometido. Su visita provocó celos en el corazón de Herodes porque pensaba en Jesús como un Mesías político.Tenía la malvada intención de destruir al niño. Por lo tanto, pidió a los reyes que le informaran sobre el paradero del niño tan pronto como lo encontraran. Pero Dios advirtió tanto a los reyes como a José en un sueño acerca de las malas intenciones de Herodes. A los reyes se les pidió que regresaran a casa por otra ruta mientras que José recibió instrucciones de huir con el niño y la Madre a la tierra de Egipto. José tomó a su familia y se fue a Egipto.

Esta fue otra dificultad en la vida de la joven familia. Tuvieron que viajar hasta Egipto buscando refugio en una tierra donde sus antepasados ​​habian estado refugiados por muchos años. Cuando Dios vino como Rama, fue exiliado al bosque durante catorce años. Cuando encarnó como Krishna, fue llevado en una canasta a Gokul para salvar Su vida de las manos sedientas de sangre del Rey Kamsa. Ahora el Divino Niño Jesús fue exiliado a Egipto. Esto no fue un accidente. Así como Rama estaba destinado a ir al bosque para conferir bendiciones y protección a los sabios y santos acosados ​​por los rakshasas (demonios), el niño Jesús fue a Egipto para conferir bendiciones y auspicios a la tierra que tan generosamente habia albergado al pueblo de Israel durante más de 400 años.

Poco después de que Jesús fuera llevado a Egipto, Herodes ordenó un decreto de infanticidio en un ataque de ira para eliminar a Jesús.Todos los niños varones menores de dos años fueron condenados a muerte. Entonces se cumplió la antigua profecía de Jeremias.

Este mismo episodio nos recuerda al rey Kamsa, que había matado a los siete hijos nacidos de Devaki y Vasudeva en un intento de matar a Krishna, de quien se profetizó que vendría como el octavo hijo. En la guerra entre la justicia y la injusticia, el Avatar viene con una multitud de ejércitos celestiales que desempeñan diferentes papeles.

– La universalidad de las Encarnaciones Divinas

A veces los cristianos tienden a pensar: “Jesús es el Altísimo”; los musulmanes asumen: “Alá es el Más Grande”; y los hindúes afirman: “Krishna es el Supremo”. Pero cuando echamos un vistazo a las concepciones de las Encarnaciones Divinas a lo largo de los siglos, su sorprendente similitud y universalidad nos revela que “Jesús”, “Alá”, “Krishna”, etc., son simplemente nombres que atribuimos al mismo e indiviso principio divino. ‘Realidad’ que asume distintas formas de una época a otra en diferentes contextos culturales.

Los avatares no nacen como los mortales ordinarios cuyos nacimientos están determinados por el karma. Para el común de los mortales, el karma decide el momento y el lugar, los padres, la casta y el credo. En cambio, cuando la Conciencia Cósmica decide revestirse de vestiduras humanas, sólo Él decide el tiempo y el lugar, las personas a las que debe dirigirse como sus padres y el útero en el que habra de iniciar su carrera.

– Un Dios, Diferentes Religiones

El esplendor de la verdad de nuestra unidad religiosa brilla intensamente cuando entendemos nuestra herencia Divina común. Dios es uno. Esta misma y Única Conciencia Divina Cósmica asume distintos nombres y formas en diferentes épocas y escenarios culturales a lo largo de la historia de la evolución espiritual del hombre.

Cuanto más estudiamos el fenómeno de las Encarnaciones Divinas, más entendemos la verdad de que entre todas ellas no hay superior ni inferior, ya que es el mismo Principio Divino Único que encarna de edad en edad cada vez que hay un disminución de la rectitud. El propósito y el entorno por el cual y en el que vienen determinan el grado de Poder Divino que asumen. Por ejemplo, cuando Dios aparece en la era de Kali, es apropiado que lo haga con un inmenso Poder Divino porque en esta era, la enfermedad del mal ha infectado y devorado profundamente todo el árbol de la humanidad.

– La fe es la verdadera prueba

Jesús siempre usó esta expresión: “Tu fe te ha sanado” o “Tu fe te ha salvado”. Nunca dijo: “Yo te sané”. ¿Qué significa esto? Quiere decir que lo alto y lo bajo, lo parcial y lo completo no depende del nombre y forma de Dios que adoptemos, sino de la fuerza de fe del creyente. La plenitud de la Divinidad se abre ante nosotros según la medida de nuestra fe. Por lo tanto, es incorrecto que el cristiano, el musulmán o el hindú piensen que son bendecidos debido a sus afiliaciones religiosas. Esto es arrogancia. ¡Nuestra bienaventuranza está en otra parte! Y Sathya Sai Baba nos dice dónde. “Si eres cristiano, sé un buen cristiano; si eres musulmán, sé un buen musulmán; si eres hindú, sé un buen hindú”. ¡Ser BUENO es ser DIOS! Ser un buen cristiano es vivir la vida de Dios encarnado en Cristo; ser un buen musulmán es vivir de acuerdo con las enseñanzas contenidas en el Corán, como se ejemplifica en la vida del Profeta Mahoma; ser un buen hindú es vivir la vida de Dios dramatizada en la vida del Señor Rama.

Debemos entender que Dios está más allá de la religión y que aunque es bueno nacer en una religión, no lo es morir en ella. Todas las denominaciones religiosas son como diferentes escuelas de espiritualidad. Es bueno nacer en una. Pero debemos graduarnos en un momento u otro. Graduarse en la escuela de religión es darse cuenta de la unidad detrás de los muchos. “Todos sois uno, sed iguales para con todos”. Este es el mensaje principal del nacimiento de Jesús.

Que esta Navidad sea para nosotros

Un momento en el que recibimos el Don Divino

en nuestros corazones.

Que sea un tiempo para desplegar nuestra Divinidad inherente

Y darnos cuenta del Uno detrás de los Muchos.

Que esta Navidad sea

Un tiempo para amar como Dios nos amó,

Vaciándonos en el servicio de los demás.

¡Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo!

Fuente: Extracto de un texto del Padre Charles Ogada, Sacerdote Católico de la Orden de los Padres del Espíritu Santo.