DISCURSOS DIVINOS SOBRE EL BHAGAVAD GITA por Sri Sathya Sai Baba – Llegan a Dios sólo a través del Amor

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DISCURSOS DIVINOS SOBRE EL BHAGAVAD GITA

por Sri Sathya Sai Baba

Llegan a Dios sólo a través del Amor

Gita Acharya ha dicho: “A todo aquel que Me recuerde amorosamente y Me adore, lo llevaré Conmigo y le otorgaré Buddhi Yoga, el Yoga de la Inteligencia. Esta es Mi promesa”.

El Buddhi Yoga se refiere a aquella facultad de la discriminación que es capaz de distinguir Atma de Anatma, el Yo del No-Yo, lo que es permanente de lo que es transitorio y cambiante. Esta facultad discriminatoria llega a adquirirla únicamente la gente que ha desarrollado la devoción sagrada y que está llena de amor por el Señor.También para alcanzar la Sabiduría, el camino principal lo representa la devoción; en verdad, esta es la única senda hacia el más alto conocimiento espiritual. El Señor ha proclamado, en el Capítulo 12 del Gita, que: “Aquel que es devoto Mío, Me es caro”. ¿Qué es la devoción? Ella es el permanente fluir del amor hacia el Señor. Cuando el amor fluye hacia cosas pasajeras, no es devoción, sino una forma de apego. Mas, cuando fluye hacia la entidad permanente, se transforma en devoción. La devoción se inicia con una actitud en la que uno siente que es el servidor de Dios, Dasoham, y va progresando hacia el principio según el cual se identifica directamente con el Señor, lo que constituye la etapa de Soham, ‘Yo soy El, yo y el Señor somos Uno.

En la práctica, la devoción puede asumir dos formas principales. Una, representa el tipo de devoción que se refiere a ciertas actividades de culto y a rituales que llevan a cabo los devotos, como el adorar al Señor con diferentes tipos de ofrendas, el visitar lugares importantes de peregrinación, el bañarse en los ríos sagrados y otros por el estilo.Todos estos son ejemplos del tipo de devoción común. Gita Acharya, sin embargo, no acepta esto como la única senda de la devoción. Hay aún una forma superior de devoción que podría denominarse en realidad ‘la verdadera devoción’, la que se asocia con el desarrollar un carácter inmaculado y con estar constantemente inmerso en un amor total por el Señor. Ella es Parabhakti, la devoción trascendental.Y es así que debemos distinguir entre Bhakti, la devoción común y Parabhakti, la devoción trascendental o suprema.

La devoción común hace uso de cosas y artículos del mundo fenoménico para el culto al Señor, como flores y hojas, por ejemplo. ¿De dónde provienen estas cosas? ¿Han creado ustedes estas flores? ¿Han sido capaces de fabricarlas? No.Todas han sido creadas por el Señor, son Su Creación. ¿Dónde está, entonces, el sacrificio, si le ofrecen al Señor cosas que Él mismo ha creado? El Gita ha mostrado que el tomar las cosas creadas por el Señor y ofrecérselas a Él mismo, no puede sino ser considerado como una forma muy común de devoción. Mas el ofrecerle al Señor la sagrada flor del corazón, que no guarda relación con el mundo, y hacerlo con amorosa adoración, ello constituye Parabhakti, la más elevada devoción. Esta es la devoción que deben anhelar.

En este contexto necesitamos inquirir también en la diferencia que existe entre Jnanam, conocimiento, y Dhyanam, meditación. Sin la meditación no es posible adquirir conocimiento verdadero. Sin embargo, al mismo tiempo, sin habernos dado cuenta primero de la existencia del Conocimiento superior, tampoco podemos entrar en verdad a la etapa de la meditación. Y en una situación así, ¿cómo podemos comenzar? En la concepción popular de la palabra ‘meditación’, significa concentrarse en algún objeto y, a través de ese objeto, alcanzar la fase final. Mas, este no es el enfoque correcto de la meditación. Hablando etimológicamente, la palabra Tvayi Chinthãyam explica el origen de Dhyanam o meditación.Tvayi Chinthãyam se refiere al meditar en Dios Mismo, lo que también podría llamarse devoción. De modo que meditación y devoción son realmente lo mismo; ambas implican el proceso de concentrarse en el Señor y de pensar solamente en Él. Sin este tipo de meditación o devoción resultará imposible llegar a alcanzar alguna vez el ilimitado esplendor del Señor.

Anhelamos obtener los frutos, y estos son ciertamente importantes, pero no podremos tener frutos si antes no tenemos la flor. Primero brotará la flor y luego viene el fruto. De manera similar, la devoción podría compararse con la flor. Sin desarrollar primero nuestra devoción y permitirle que florezca, será imposible que adquiramos el fruto del conocimiento espiritual o sabiduría. En la etapa de la flor, el devoto ha de considerarse a sí mismo como Dasoham: ‘Soy tu servidor, oh Señor …’ De ahí ha de seguir hacia la etapa de Soham: ‘Yo soy Él , soy Brahman, soy Eso’. Este fue el camino por el que el gran sabio Vidyaranya comenzó su Sadhana, teniendo como punto de partida el Dasoham, ‘yo soy el servidor del Señor’. Gradualmente, al ir pasando el tiempo, su Sadhana progresó de Dasoham a Soham, ‘Yo soy Él, ¡Soy el Señor Mismo!’ Una vez, cuando Vidyaranya discutía sobre el Sadhana con sus discípulos, éstos le preguntaron: “Swami, nos has enseñado a decir siempre ‘soy el servidor del Señor, Dasoham, Dasoham’, pero ahora tú repites únicamente ‘Soham, Soham, yo soy Aquello’ y ‘Shivoham, soy Shiva, soy el Señor’.

¿Cuál es la razón para este cambio? ¿Se trata de una etapa diferente de devoción? El Gurú replicó: “Queridos hijos.Toda mi vida repetía orando ‘Dasoham, oh Señor yo soy tu servidor, soy tu servidor’, mas un buen día, Chittachora, el ladrón de corazones, vino y se robó el ‘Da’, entró en mi corazón y se llevó consigo el ‘Da’ de Dasoham, dejándome sólo Soham. Más adelante vino a mí en un sueño y me dijo: ‘Para empezar, tuviste que comenzar tu Sadhana con Dasoham; pero a medida que has progresado, fuiste acercándote cada vez más a Mí. Ahora has llegado a ser muy querido y cercano a Mí, de modo que puedes utilizar Soham. Simplemente, repite constantemente Soham, porque tú y Yo hemos llegado a ser Uno ahora”.

Otro ejemplo de este Sadhana es el caso de dos devotos de Ramakrishna Paramhamsa. Uno era un Grihastha, un devoto que llevaba una vida familiar, y el otro era un Sannyasi. Nagamahãsaya era el devoto con familia, y Vivekananda era el Sannyasi. Nagamahãsaya practicaba siempre el principio de Dasoham. Cualquier devoto que comience desde la etapa de Dasoham, verá que su egoísmo desaparece rápidamente. En tanto se mantenga el egoísmo, ninguna persona podrá aspirar al sagrado conocimiento del Atma. Incluso fue asi para Arjuna. Aunque Krishna estuvo como su amigo a su lado y lo estimuló durante toda su vida, no fue sino hasta que Arjuna arrojara su arco Gãndiva, renunciara a su Ahamkara, su egoísmo, y se entregara por completo al Señor, diciendo ‘Ordena, oh Señor, que haré todo lo que Tú digas’, que Krishna le entregó el Gita y le enseñó la más elevada Sabiduría. Mientras quede alguna traza de egoísmo, uno no puede alcanzar el nivel del Atma ni puede realizar el Paramatma Swarupa, la Realidad Suprema. Una vez que se ha obtenido la Gracia del Señor, se hace imposible seguir guardando egoísmo, porque ¿cómo podrían coexistir la luz y la oscuridad en un mismo lugar y al mismo tiempo? Ello es imposible.

Fue así que Nagamahãsaya comenzó desde el humilde inicio que se asocia con ‘Dasoham, Dasoham, yo soy Tu servidor, soy Tu servidor’. Por otra parte, Vivekananda expandió grandemente su mente por medio de la constante repetición de ‘Shivoham, Shivoham, yo soy Shiva, yo soy Eso’. Vidyaranya Swami ha dicho que Nagamahãsaya y Vivekananda adoptaron sendas diferentes para sobreponerse al poder de la ilusión, debido a las circunstancias de sus vidas y experiencias. Nagamahãsaya, el jefe de familia, siguió la senda de Dasoham, se fue empequeñeciendo y empequeñeciendo, hasta que se hizo tan diminuto que se liberó por completo de las garras del tigre de Mãyã que lo había tomado. De esta manera, se liberó perdiendo su ego.
En el caso de Vivekananda, los grilletes de Mãyã que lo atenazaban se rompieron, luego que se expandiera tan enormemente con su ‘Shivoham, Shivoham, yo soy Shiva, yo soy Shiva’.

Cualquier persona que desarrolle dentro de sí la sagrada y excelsa idea de ‘Yo soy Dios, soy Dios’, no será importunada por ninguna cosa, nada podrá interponerse en su camino. Es obvio que de nada vale el simplemente enunciar esto en palabras, ellas deben provenir de la experiencia real. Uno debería llegar a sobrepasar la conciencia corporal y mantener bajo un control firme a los sentidos. Luego, al identificarse de manera continua con el Señor, podrá, con el tiempo, adquirir la Sabiduría Suprema. O, como hemos visto, también puede seguir la senda de Dasoham, mediante la cual remueve el egoísmo de su corazón, con lo que podrá llenarse de bienaventuranza.

Existen tres caminos sucesivos en el sendero hacia la realización de Dios. Ellos son Dvaita, Dualismo; Vishistadvaita, No-Dualismo Calificado; y Advaita, No-dualismo. Inicialmente, el devoto declara ‘yo soy un devoto del Señor’. Aquí nos encontramos con dos entidades, una es Dios y la otra es el devoto. Respecto a Dios se cree que está lejos en algún lugar, en tanto que la actitud y el enfoque del devoto es tratar de encontrarLe, de aproximarse a Él y de llegar a estar muy cerca de Él. Esto representa la etapa de Dvaita. El devoto va progresando paulatinamente por esta senda, hasta que, a su debido tiempo, llega a encontrarse cara a cara con Dios; entonces le dirá: ‘Señor, soy Tu devoto’. En esta segunda etapa, se para frente al Señor y declara que es Su devoto. Mas en la tercera etapa, la de Advaita, puede declarar: ‘Yo soy Tú y Tú eres yo mismo. Ambos somos Uno’.

De modo que comenzamos nuestro trayecto en la etapa del dualismo y terminamos, finalmente, en la etapa del no-dualismo. Emprendemos nuestro sadhana con el tipo más común de devoción, rindiéndole culto al Señor con forma y atributos, haciendo uso de rituales y formas exteriorizadas de culto. Empero, a menos que empecemos con los aspectos Sakara y Saguna de Dios, vale decir con forma y atributos, jamás podremos llegar a realizar el Nirakara y el Nirguna, el aspecto Absoluto y Sin Forma de la Divinidad. Es por ello que, inicialmente, nos desarrollamos espiritualmente haciéndonos servidores del Señor.Y entonces, eventualmente, podremos llegar a identificarnos completamente con Él.

Piensen, por un instante, en un círculo muy grande y que, a su lado y separado de él , hay otro círculo, uno mucho más pequeño. Podemos imaginar que el círculo grande es Dios y que el pequeño es el Jiva, el alma individual. Aquí el Jiva es algo separado y diferente de Dios: esto es Dvaita, dualismo. Si corremos el círculo pequeño como para sobreponerlo al mayor, tenemos Vishistadvaita, No-Dualismo Calificado: ahora el Jiva es parte de la Divinidad, existe en Dios. ¿Y qué significaría entonces que el Jiva llegue a fusionarse por completo con el Señor? El pequeño círculo debe ampliarse y hacerse cada vez más grande hasta que se haya expandido plenamente al tamaño del círculo mayor. Llegado a ese punto, ambos círculos resultan indistinguibles el uno del otro: Jiva y Deva son Uno, el hombre se ha fundido en Dios. Esto es Advaita, el no-dualismo pleno.

En la senda de la devoción, es Prapatti, la rendición absoluta, lo que hace que el Jiva Tattva se expanda y se fusione en el Deva Tattva, el Principio de Dios. Será únicamente cuando reconozcamos y entendamos este Principio de la Divinidad que le es inherente al hombre, que nuestras flaquezas nos abandonarán y que desarrollaremos la amplitud mental que culmine en la fusión en el Señor. ¿Cómo podemos lograr este entendimiento de nuestra naturaleza divina? ¿Cómo podemos reconocer la Divinidad dentro de nosotros? Solamente a través de una práctica constante, a través del Abhyasa llegaremos a esa realización. Para llegar a adquirir hasta la más mínima habilidad en el mundo, debemos dedicarnos a una práctica constante con el objeto de perfeccionarnos.Ya sea para leer o escribir, para aprender a caminar o a comer … todo esto requiere más que nada de práctica. Si comenzamos nuestra práctica en la etapa inicial, podremos, eventualmente, llegar a la final.Y en este caso, el último paso significará la adquisición del conocimiento supremo que nos hará libres.

Existen dos tipos de conocimiento. Uno se refiere a lo espiritual y el otro al del mundo físico. El inquirir en las diversas propiedades de un objeto representa el conocimiento común asociado con el mundo. Mas el entender los principios internos y el significado de cada objeto que existe o haya existido en el mundo representa el conocimiento espiritual, ello es lo que podríamos denominar sabiduría. Sin esta sabiduría, sin este entendimiento espiritual como base, no nos es posible lograr un verdadero conocimiento del mundo. De modo que, incluso para llegar al conocimiento del mundo requeriremos del conocimiento espiritual.
Y bien, sin este cuerpo no es posible realizar actividad alguna. Para todos los tipos de trabajo y para todas las actividades se necesita del cuerpo, él constituye la base de toda práctica. El cuerpo debe usarse con el propósito de alcanzar nuestra meta y para llevar a cabo aquellas actividades que sean de utilidad para otros. Para que los niños presentes puedan entender fácilmente estos conceptos, imaginemos por un momento que hemos ido a un picnic a un bosque y que hemos llevado todos los artículos necesarios para cocinar y preparar nuestro alimento. Antes de comenzar los preparativos, reunimos tres piedras y las arreglamos como para darle una base a las vasijas para cocinar. Despues ponemos algo de agua en las vasijas y luego agregamos el arroz. Debajo de la vasija, entre las piedras, encendemos un fuego. ¿Cuál es el propósito del fuego debajo de la vasija? Con su calor coceremos el arroz que hay en ella. Si no tenemos la vasija y tuviéramos que poner el arroz directamente en el fuego, no obtendriamos la comida que deseamos. El calor del fuego se transmite a la vasija, de ella al agua y del agua actúa sobre el arroz. De este modo se cocerá el arroz y podremos degustar nuestra comida.

En esta jungla de la vida buscamos la felicidad, la que puede ser comparada con la comida que estábamos preparando. Las tres piedras representan las cualidades de Satva, Rajas y Tamas. Nuestro cuerpo puede ser considerado como la vasija. Nuestros sentimientos y deseos son el agua y nuestros anhelos y aspiraciones espirituales, el arroz. El fuego que hemos encendido entre las tres piedras es el Sadhana purificador que se usa para adquirir la sabiduría. Este fuego purificador debe serle aplicado al cuerpo y, a través del cuerpo, a los sentimientos y deseos; a su vez, estos serán cocinados y transmutados en el más alto anhelo espiritual que, finalmente, desembocará en el producto cocinado, el alimento espiritual, el Atma Jnana, que ha sido nuestra aspiración. No nos es posible llegar a esta sabiduría espiritual de manera directa, en el corazón, sin pasar primero por este proceso del cocido. A través del cuerpo y de nuestros buenos sentimientos debemos calcinar los deseos, transformarlos en anhelos espirituales que son los que conducen a la realización del más elevado conocimiento.

La aplicación correcta de la práctica de la meditación es el gradual, lento y seguro control de todos nuestros deseos. Mediante el control de nuestros órganos sensoriales y de nuestros deseos, se hace posible llevar a cabo todas nuestras actividades de manera natural y espontánea, sin esperar cosechar los frutos de nuestro trabajo. En la actualidad, resulta imposible realizar un trabajo sin frutos; cada vez que emprendemos alguna actividad, la seguirá necesariamente alguna consecuencia o fruto. Se ha dicho ” ma-phalesu y no na-paleshu” lo que significa, no pienses en ello como ‘sin frutos’, sino como ‘desinterés en los frutos’. Siempre habrá frutos, pero no trabajamos para obtenerlos, consideramos que es nuestro deber el trabajar. Mientras cumplimos con nuestro deber, se producirán incidentalmente algunos deseos y también algunos resultados, en otras palabras, algunos frutos. Nada de malo hay en ello. Simplemente, seguimos cumpliendo con nuestro deber. El Gita no ha enseñado que las acciones carecerán de frutos. Mas hay gente que, por no haber comprendido correctamente el sentido de desechar los frutos de la acción, ha procedido a renunciar a la acción misma. No obstante es necesario seguir emprendiendo acciones. Hasta que se haya cocido el alimento, se requiere del fuego. Hasta que no hayamos entendido el secreto interior del trabajo y el del renunciar a los frutos de este, deberemos continuar sumidos en actividades y en el cumplimiento de nuestros deberes.

Ya sea respecto del trabajo, del sacrificio de los frutos del trabajo o del adquirir sabiduría, la base y raíz de todo es el amor. Un carácter noble y un comportamiento correcto revelan la verdad interior de una persona, y esta verdad se basa en el amor. La verdad, la paz, la rectitud y la no violencia – Sathya, Shanti, Dharma y Ahimsa- no existen por separado.Todas dependen esencialmente del amor. Cuando el amor penetra en nuestros pensamientos, se convierte en verdad.

Cuando el amor se manifiesta en forma de acción, se convierte en rectitud o justicia, Dharma. Cuando nuestros sentimientos se saturan de amor, ello se manifiesta automáticamente como paz. El significado mismo de la palabra paz, es amor. Cuando llenamos nuestro entendimiento de amor, se vuelve Ahimsa. El practicar el amor es Dharma, el pensar en el amor es Sathya, el sentir el amor es Shanti y el comprender plenamente el amor es Ahimsa. Respecto de todos estos valores, es el amor el que fluye como corriente subterránea, uniendolos. En el Buddhi Yoga que ha sido enseñado en el capítulo de Bhakti Yoga, se dice: ‘Haz uso de este amor para alcanzarMe .Y, para hacer uso de este amor, debes llenarte de amor tú mismo, y de ese modo desarrollarás la cercanía a Mí’.

Queridos devotos, vuestras manos son muy pequeñas, mas con esas diminutas manos Me están sirviendo a Mí. Vuestros ojos son pequeños y Mi creación es muy vasta, mas con vuestros ojos están tratando de ver todo este vasto universo. Vuestros oídos son pequeños, mas con esos oídos escuchan Mis palabras y Mis sonidos.Vuestros pequeños pies recorren el camino hasta Mi presencia. Sin embargo, el sólo llegar hasta Mi no responde plenamente a vuestro propósito. El meramente servirme con vuestras dos manos no alcanzará para mucho. El solo mirar a Mi vasto mundo con vuestros dos ojos, no servirá de mucho.Y el escuchar Mis Divinas palabras con vuestros oídos no les llevará muy lejos. Mas hay algo que pueden hacer que puede producir un gran impacto, un efecto verdaderamente significativo: ello es que Me instalen permanentemente en vuestro corazón. Una vez que Me hayan llevado a vuestro corazón, todas las demás actividades dejarán de ser importantes.

Y bien, sean cuales fueren las actividades que hayan emprendido como culto, usando vuestras ojos, oídos, manos y pies, ellas habrán servido únicamente para controlar la mente. Mas, cuando inviten al Señor a entrar en vuestro corazón, se hará fácil el control de la mente y de los sentidos.Tanto la mente como los sentidos se calmarán por sí mismos. No se requerirá de esfuerzos especiales para sacrificar el fruto de la acción. Una vez que comiencen a pensar en Mí y a centrar sus pensamientos sólo en Mí, Yo me haré cargo, automáticamente, de todo lo demás. Para llegar a este estado, deben tomar una firme determinación. Si no llegan a tener una fe inconmovible y plena, les será imposible alcanzar la dicha que se deriva de esto.

Dios es siempre pleno y completo, y para alcanzar a un Señor tal deben tener una fe plena. Si Él es pleno y completo y ustedes no lo son, no se puede desarrollar la fuerza ligadora que los mantenga unidos a Él. Para alcanzar ese amor pleno y completo que es el Señor, también tienen que tener un corazón pleno, lleno de fe y lleno de amor. En cambio, si están llenos de dudas, estarían traicionando a este puro principio del amor y vuestras dudas mancharían al Señor mismo, que es omnisciente, omnipotente y omnipresente y que sabe de cada pensamiento vuestro.Todo pensamiento que tengan, llénenlo con Él. Piensen en Él, con un corazón saturado de amor y de fe, y, entonces, ciertamente Lo alcanzarán. En el Gita, Él ha dicho que llegarán a serle caros cuando lo adoren plenamente, con todo el corazón.Y ello significa el verle en todas partes y en todo. El Gita proclama “Adveshta Sarva Bhutanam”, No odies a nadie y a nada en la Creación, porque Él está en cada nombre y cada forma.

La persona que ha llegado a dominar todos los tipos de educación con este sentimiento de amor impregnando todo su ser, Me es muy querida.Todas las cualidades nobles se encuentran en plenitud en el hombre, sin embargo, no hacemos esfuerzo alguno para llegar a ser conscientes de ellas. Ocupamos todo nuestro tiempo solamente en actividades seculares. No obstante, debemos emprender aquellas actividades que nos ayuden a alcanzar nuestra meta. Cualquiera sea el culto que llevemos a cabo exteriormente, también tendremos que realizarlo interiormente. Así se logrará la unidad entre lo interior y lo exterior y llegaremos a experimentar la armonía y la plenitud. Una vez que comprendamos esto, nuestra vida será santificada.

En el Bhakti Yoga, el Yoga de la Devoción, se ha enseñado que el amor es la base de todo; él es, aisladamente, la más importante de las cualidades que han de ser desarrolladas.Todos nuestros pensamientos deberán llegar a estar inmersos en esta cualidad del amor, ya que así se establecerá, naturalmente, la verdad en nuestro corazón.Todos nuestros actos han de estar saturados de amor, y así se manifestará, naturalmente, el Dharma en todas nuestras empresas.Todos nuestros sentimientos han de estar empapados de amor, pues de este modo hemos de gozar de inmensa paz.Todo nuestro entendimiento ha de estar lleno de amor, y no podremos odiar ni lastimar a nadie ni a nada. De modo que el amor es la base misma de la paz mental. El amor es la cuna misma de la Verdad. El amor es el cimiento mismo del Dharma y el Ahimsa.Y es por ello, que Swami repite a menudo que ‘El Amor es Dios y Dios es Amor’. La esencia de las enseñanzas del Bhakti Yoga consiste en desarrollar y practicar este amor; al practicar el amor, nuestra mente se expandirá y, de este modo, llegará a desarrollar plenamente toda la grandeza que nos es inherente.

Fuente: Del Discurso Divino pronunciado el 10/8/1984.