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Por la Dra. Hiramalini Seshadri MD
Querido lector, ¿adivinas qué tienen en común el rey Janaka, Shirdi Baba y Sadguru Sri Madhusudan Sai? ¡Esta historia da algunas pistas!
Una vez, un sannyasi del Himalaya, intrigado al oír hablar de Shirdi Sai Baba por parte de luminarias como Kakasaheb Dikshit y otros, descendió a las llanuras para tener el darshan de Baba, por simple curiosidad. Desde lejos, vio ondear las banderas sobre el mandir de Baba (en realidad el masjid) y se sintió disgustado, conmocionado, defraudado.
¿Cómo podía este “Baba pomposo”, que hace flamear banderas sobre su mandir, ser un “hombre santo”? Le parecía más bien un “hombre espectáculo”. Expresó en voz alta su desaprobación, para consternación de los sencillos aldeanos de Shirdi que estaban a su alrededor. Dijo que lamentaba haber viajado hasta Shirdi; ¡ojalá no hubiera hecho ese viaje insensato!
Los aldeanos que lo acompañaban lo persuadieron de quedarse, diciéndole que estaba equivocado y que no sacara conclusiones apresuradas. Le rogaron que permaneciera allí, asegurándole que Baba era muy amoroso y bondadoso, omnisciente; en realidad, absolutamente divino.
Entre ellos susurraban: “¿Cómo reaccionará este sannyasi cuando vea a Baba con una corona? Y ni hablar de la gran procesión vespertina al Chavadi con caballo decorado y ‘banda y tambores’”.
De modo similar —compartió Sadguru Sai—, una vez llegó a Sathya Sai Grama una mujer decidida a pedirle iniciación para “renunciar al mundo” y volverse “autorrealizada”. Llegó al ashram durante Dussehra.
Quedó shockeada, por decir lo menos. Esperaba un entorno tranquilo y sereno; novicios con túnicas ocres ocupándose silenciosamente de sus tareas, mientras los mayores meditaban absorbiendo sabiduría liberadora.Pero lo que encontró fue lo contrario: mujeres con sus mejores galas en crujientes sedas; hombres de blanco impecable; todos ocupadísimos organizando llegadas, partidas, comida, alojamiento y ubicaciones, con protocolos que superaban a los protocolos diplomáticos. Y, para colmo, un Sadguru que pasaba en un Mercedes con túnicas de seda. ¡Nada podía ser más “mundano”!
No solo se fue decepcionada, sino que, contra el sabio consejo de su familia, le envió un correo a Sadguru Sai diciéndole cómo “debería hacer las cosas si de verdad fuera espiritual”.
¿Preguntas qué fue del sannyasi de Shirdi? Tuvo suerte. En aquellos días no había “correo electrónico instantáneo” ni “vuelos instantáneos” para escapar. De todos modos, tuvo que quedarse. Como no tenía nada mejor que hacer y para complacer a unos aldeanos devotos de Baba con quienes había entablado amistad, se acercó a la mezquita y observó a Baba desde lejos.
Vio a humildes pastoras y a nobles acaudalados por igual masajeando los pies de Baba; vio el amor con que Baba recibía a los desamparados y enfermos, la pura bondad que irradiaba; y una extraña alegría lo envolvió.Vio a alguien sostener una corona sobre la cabeza de Baba (no se arriesgaban a dejar ese objeto precioso y costoso en su cabeza, ya que Baba tenía la costumbre, de pronto y sin aviso, de arrojarla a un lado como lo haría un niño travieso). Los sencillos devotos daban a Baba pequeños ramilletes de flores para que las oliera y contemplaban su belleza con el corazón rebosante.
Conmovido por la inocencia divina de todo lo que presenció, el sannyasi quedó extasiado; y, olvidando todas sus dudas, se acercó a Baba y posó la cabeza en Sus pies. En ese momento sintió que había llegado al Señor a quien había buscado toda su vida.
Comprendió cuán equivocado había estado. Realmente había juzgado mal a Baba. Agradeció profundamente a los aldeanos que lo persuadieron de quedarse. ¡La Divinidad es algo que la mente no puede abarcar!
¿Y qué pasó con la mujer que fue a Sathya Sai Grama? ¡Quién sabe! Tal vez, “perdió el tren”. ¡La maya es tremendamente arrolladora!
Sadguru Sai comentó que muchos también habrían juzgado mal al rey Janaka. ¿Cómo considerarlo “espiritual” si lleva joyas, corona e insignias reales, y se sienta en un trono vestido con sedas deslumbrantes? Pero ese era el papel divinamente ordenado; su swadharma era ser emperador. Así que tenía que vestirse en consecuencia.
Pero al caer la noche, Janaka dejaba toda esa ostentación. Como un ser humano sencillo y humilde, tomaba una comida frugal. Tras las oraciones y la meditación en la Divinidad, el rey de Mithila dormía sobre el suelo. En muchos sentidos, Sadguru Sai parece ser el Emperador Janaka de nuestros tiempos, aunque uno bastante reacio.En los primeros tiempos, el Sadguru Sai vestía solo de blanco; el conjunto indio de kurta y pijama. La obra que Bhagawan Baba realizaba a través de él era incuestionablemente divina; imposible para un simple humano. Al correr la voz, vinieron muchos VIP. Una alta dama, mayor y de gran jerarquía, llegó a buscar solución a sus problemas. Ya estaba sentada cuando entró Sadguru Sai.
Con su atuendo sencillo, parecía un devoto más; un muy joven devoto, además. “Debe de ser otro devoto esperando la entrevista”, quizás pensó la dama VIP. Los minutos pasaban. ¡Era incómodo! Sadguru Sai se dio cuenta de que ella NO había reconocido que él era el Swamiji. Finalmente carraspeó y empezó, con cautela: —Amma, ¿querías conversar sobre algunos problemas? —¡¿Oh?! ¡¿Usted es el Swamiji?! No me di cuenta— dijo ella, llena de sorpresa, confusión, consternación y disculpas. Fue entonces cuando Sadguru Sai comprendió que hacía falta un cambio de vestimenta; había que evitar tales bochornos. Tenía que “lucir según su rol”.
Bhagawan Baba decidió que dhoti-kurta era el “atuendo apropiado de Swami”; y los devotos cercanos añadieron un angavastram (chal) al estilo de Karnataka. Ahora sí, se lo veía en su papel: un Swamiji de pies a cabeza.
Sadguru Sai confesó que detesta estar así “empaquetado”. ¡Es como un castigo! Siente una gran afinidad con el rey Janaka, quien soportó algo parecido. Un ejemplo más cercano en el tiempo es Shirdi Baba: parece que Sadguru Sai se identifica mucho con Shirdi Baba. A Baba poco le importaba arreglarse, pero debía soportar ese vestir elegante con chaqueta, chal, corona y demás, por el bien de los devotos.Cuando termina el día —contó Sadguru—, al volver a su habitación, ya en el ascensor empieza a quitarse el “disfraz”. Se va el chal, y sale de todo aquello lo antes posible. Una vez en su sencillo algodón, se siente libre. ¡Uf, qué alivio!
En los primeros tiempos de la continuada misión, muchos de nosotros, que lo conocíamos poco, solíamos dirigirnos a él con respeto como “Hermano Madhusudan”; pero compañeros cercanos de promoción, colegas del banco, antiguos compañeros de clase, mayores del albergue y amigos,a veces simplemente lo llamaban “Madhu”, como siempre, y charlaban libremente.En 2016, cuando Bhagawan Baba lo hizo vestir una túnica amarilla, uno de ellos bromeó diciendo que parecía “un soufflé de mango”, recordó Sadguru Sai al recorrer aquellos recuerdos.
Una acotación al margen: el Sadguru Sai compartió los problemas prácticos de ser un “Swami trotamundos”. Como su ajuar es imposible de comprar en tiendas, y dado que invariablemente tiene compromisos públicos atiborrados unos tras otros, simplemente NO PUEDE arriesgarse a llegar con “equipaje perdido en tránsito”. Así que siempre hay repuestos en su equipaje de mano.
Recordó cómo Sri Narasimha Murthy una vez perdió su equipaje; y su atuendo tampoco se consigue precisamente en tiendas extranjeras. Tuvo que arreglárselas con un solo conjunto de ropa durante tres días. Aunque él mismo ha hecho innumerables viajes al extranjero, nunca “perdió equipaje”, compartió el Sadguru Sai; un ejemplo de Gracia.
El secreto es ser consciente, 24/7, de que todo esto es solo una obra teatral. Pasar por los “actos de la obra” sin apegarse al papel; estar constantemente consciente de que todo es “solo una actuación”, no la realidad.
Además —y esto es importante—, estar totalmente no apegado. Estar listo para abandonar el rol en cualquier momento, si fuera necesario. Como Janaka. No como el rey ciego, Dhritarashtra, que se aferró al trono, cegado también por el poder.
Volviendo al Ashtavakra Gita, Sadguru Sai explicó que la comprensión del rey Janaka sobre las enseñanzas de Ashtavakra aparece en el capítulo dos, cuando exclama: “¡Yo soy el océano ilimitado! En mí surgen los mundos como olas de todos los tamaños y formas; suben y bajan, empujadas por los vientos de la mente. Pero todo esto es en la superficie. En lo profundo, soy paz, calma, silencio absoluto”.
Hay una lección para nosotros escondida en esas palabras, dijo Sadguru Sai. Nosotros también somos, en verdad, ese océano ilimitado. Son los vientos de las emociones, azuzadas por los pensamientos —que cobran “vida” con las palabras— los que provocan mareas, olas y tsunamis de emociones en nuestro interior.
El secreto para mantener la calma, por tanto, es reducir los pensamientos. Mientras estemos en cuerpo-mente, es imposible destruirlos por completo. Pero se pueden reducir; y reemplazar los “malos pensamientos” por “buenos pensamientos”; en esencia, sustituir los pensamientos egoístas de “yo y lo mío” por “pensamientos desinteresados por el bien de todos”, lo cual automáticamente nos incluye.
Las emociones allanan el camino al desastre. Sadguru Sai compartió que Bhagawan Baba solía bromear diciendo que las emociones eran como la diarrea, ¡incontenibles! (Juego de palabras en inglés: ”emotions”, “loose motions”). Hay que salir corriendo al baño. Te desestabilizan terriblemente. Y aun así, alcanzan a los mejores.
Cuando pierdas la calma, practica el retorno a la serenidad, instó Sadguru Sai. La rapidez con que puedes recuperarte y volver al justo medio del equilibrio es la verdadera medida de tu progreso espiritual, señala siempre Sadguru.Sadguru Sai contó que un periodista engreído opinó una vez que mantener a los estudiantes alejados de las redes sociales era en realidad contraproducente, pues los volvería desinformados e inadaptados en el mundo actual.
Sadguru respondió que usar las redes para el avance intelectual y profesional, está bien. Pero los adolescentes deben estar protegidos de tsunamis emocionales, tal como los plantines deben protegerse del ganado que los arrasa.
Antes, en las redes sociales, la gente ponía en su “perfil”: “soltero”, “casado”, etc. Hoy hay una nueva categoría: “estoy en una situación”, que en realidad significa “una situación desesperada”, bromeó Sadguru Sai, provocando carcajadas en la audiencia.
Los adolescentes corren el riesgo de quedar atrapados en “relaciones” emocionales con depredadores en línea. De allí la regla de “no celulares” y “no redes sociales” para adolescentes.
Para que conste, todos los estudiantes del Gurukulam ven las noticias y leen periódicos. Están bien informados, sin duda. Y al mismo tiempo, están protegidos: en la adolescencia son altamente vulnerables a la turbulencia emocional.
De hecho, la turbulencia emocional puede descarrilar incluso a los adultos más estables. La furia al volante es un ejemplo típico. El Sadguru contó que, siendo un joven banquero, iba veloz al trabajo en su moto cuando un autorickshaw delante de él lo hacía ir más lento, pese a sus repetidos bocinazos.
De repente, el vehículo se metió en su carril y él chocó. Fue un “choque y fuga” por parte del autorickshaw. Gracias a algunos buenos samaritanos, sobrevivió; necesitó atención en la guardia y volvió cojeando.
Entonces decidió que un auto no era un lujo, sino esencial. Compró ese primer y querido Santro. Una vez, conduciendo su Santro, presenció cómo un iracundo conductor de autorickshaw viró adrede y golpeó a un motociclista que “se atrevió a tocar bocina”.Entonces le cayó la ficha. Posiblemente a él también lo habían golpeado A PROPÓSITO aquel día, cuando tocaba bocina desesperadamente para que le dieran paso. Las emociones pueden reducir a los seres humanos a animales temerarios e indiferentes.
El Ashtavakra Gita profundiza mucho en la yesca de las emociones, que son algunas de las serpientes más temibles en este “juego de escaleras y serpientes” de la liberación. ¡Dominar las emociones es importantísimo!
Las emociones son absolutamente impredecibles, advirtió el Sadguru. Pueden activarse de repente y arrollarte como un aguacero torrencial o un tsunami. Y no hace falta un hecho que las dispare: ¡basta con un recuerdo!
Un tsunami emocional inducido por el recuerdo puede sucederle también a los jñanis; solo que ellos saben manejarlo. Sadguru compartió su propio ejemplo. Conducía de regreso desde Jayapura recientemente, DESPUÉS de haber tomado consciencia de si mismo como Sadguru, cuando pasó junto a un Santro igual a su antiguo auto; y oleadas de emoción lo sacudieron.
Aquel Santro le había sido tan querido que incluso lloró cuando lo vendió para financiar la misión. En los inicios, él también era el patrocinador “unipersonal” de la misión. “Me pregunto dónde estará mi autito; ojalá el nuevo dueño lo cuide”, sintió cómo crecían las emociones.
De hecho, incluso al regresar a Sai Anandam, se sintió impulsado a compartir con el personal el número de patente de ese querido auto, pidiéndoles que averiguaran qué había sido de él. Entonces, reaccionó de golpe: “¿Pero qué estoy haciendo?” Se recogió hacia dentro y volvió la calma.
Una segunda lección de ese ejemplo es que debemos ser cautelosos con los apegos; ¡porque son muy potentes!
Sadguru dio otro ejemplo para ilustrar que el oleaje y el hervor emocional pueden golpearte sin aviso, cuando menos lo esperas. Recordó cómo una súbita tormenta de polvo arrancó puertas y ventanas del hospital de Raipur. Las tormentas emocionales también pueden ser así.
Señaló que tendencias muy hondas de vidas pasadas pueden manifestarse de repente. Sin causa aparente, pueden alzarse tormentas emocionales por estas tendencias arraigadas.
Arjuna pregunta a Krishna en el Gita por qué sucede que, aun sin querer, la gente no puede evitar obrar mal. Krishna explica que el ego y el apego alimentan la “energía egoísta” en la mente. Esa energía mental egoísta azuza emociones como la lujuria y la ira, sin aviso. En resumen, la mente es el viento que se levanta de pronto y crea olas furiosas en el océano de la conciencia. Conoce esto y toma medidas preventivas, aconsejó Sadguru citando a Ashtavakra.Las raíces de tamas (no querer hacer nada), rajas (ímpetu de acción incesante impulsada por el ego) y sattva (deseo de buscar el bien común) yacen en todos nosotros. Debemos esforzarnos por pasar de tamas a rajas y de rajas a sattva lo antes posible; y finalmente, ir más allá de los tres.
Los jñanis trabajan con esmero en todos estos frentes. Tener un Guru omnisciente y autorrealizado es la mayor bendición; un devoto entregado no tiene nada que temer, porque el Guru lo ayudará a cruzar las embravecidas tormentas.
Los jñanis también son sometidos por el Guru/Dios a pruebas emocionales extremas, reveló el Sadguru. Por ejemplo, a él le tocó la “prueba de los tres ceros”.
¿Qué es eso? Para ser digno de la Gracia divina, hay que pasar pruebas. Podrías perder toda tu riqueza y poder, y aun así deberías permanecer agradecido y entregado. Podrías perder a todos tus parientes, amigos y redes de apoyo, y aun así deberías permanecer agradecido y entregado. Podrías perder tu nombre, fama y reputación, y aun así deberías permanecer agradecido y entregado.
Sadguru fue pasado por los tres “infiernos”, por así decirlo. Y se mantuvo agradecido y entregado; aunque aquello fue infinitamente duro.
“¡Esto no es para mí, este camino de pruebas!”, dices quizá, querido lector. Tranquilo: tú y yo aún tenemos mucho camino por recorrer para llegar allí. Estamos todavía en la etapa de yama-niyama. El jñani es quien ha atravesado todo eso y alcanzado el equilibrio perfecto constante.
¿Qué distingue a un jñani? El jñani, como tú y yo, es una ola en el océano de la Conciencia. Pero elige identificarse con el océano, en lugar de identificarse con la ola. Como océano ilimitado, observa el juego de las olas. Puede ver al erudito y al criminal como simples olas. Mantiene la ecuanimidad.
Desde la perspectiva de la Conciencia, no hay bueno ni malo; no hay ganancia ni pérdida. Un jñani no etiqueta a las personas como buenas o malas. Lo ve todo como el juego de los gunas (tendencias).
Algunos jñanis que optan por apartarse del mundo, simplemente se sientan a observar. Pero un jñani cuyo swadharma es actuar en el mundo, debe actuar. Sabiamente, elige actuar por el mayor bien común. Rechaza sucumbir a deseos egoístas. En un jñani, el discernimiento está siempre activo; el desapego, siempre activo. Tú y yo necesitamos comenzar a practicarlo. ¿Cómo?
¡A través del seva desinteresado! Sadguru Sai reitera el mensaje de Anna Madiyal Narayana Bhat: “Átmano mokshártham, jagat hitaya cha” (Para la liberación de uno mismo y para beneficio del mundo).
La diferencia entre nosotros y el jñani es que el jñani nunca siente autoría ni disfrute. Las cosas suceden y el jñani fluye con ellas. Por eso está libre de consecuencias kármicas.
“Sarvam Brahma Mayam”, como cantó Sadasiva Brahmendra. Nuestro objetivo último debería ser convertirnos en jñanis; vivir en nuestra identidad de Brahman, como el océano ilimitado. ¿Por qué apuntar a menos?
¡Es una situación en que ganamos si sale cara, y ganamos si sale ceca! Si alcanzamos el premio mayor de la liberación, ¡fantástico! Si no, al menos podemos confiar en que tendremos buenas circunstancias la próxima vez —es decir, en el próximo nacimiento— para continuar nuestro viaje hacia Dios. Así es, porque en el camino espiritual ningún esfuerzo se desperdicia: se transfiere al siguiente nacimiento.
“No te subestimes. ¡Apunta a lo más alto! ¡Haz el esfuerzo! ¡Puedes lograrlo!” es el claro mensaje de Sadguru Sai.
¿Qué dices, querido lector? ¡Un centavo por tus pensamientos!
Por la Dra. Hiramalini Seshadri, MD
dr.hiramalini.seshadri@gmail.com
