EL SEÑOR MISERICORDIOSO … por el Dr. Ravi Kumar

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EL SEÑOR MISERICORDIOSO …
 
por el Dr. Ravi Kumar
 
Era uno de esos calurosos días de verano de 1974 en Brindavan. Swami había terminado de dar darshan y regresó a su bungalow a las 10:00 a.m. Alrededor de las 10:45 a.m., un grupo de aldeanos del norte de la India llegó a Brindavan. Eran extremadamente pobres. Habían venido en un autobús destartalado vestidos con ropa muy sencilla. Muchos de ellos estaban en harapos; pero de alguna manera consiguieron el pasaje para recorrer el sur de la India en peregrinación. No tenían ni idea de los tiempos del darshan. Cuando llegaron, supieron consternados que el darshan había terminado y que el próximo sería solo por la noche. Su itinerario estaba tan repleto que no podían quedarse hasta entonces. Mientras el sevadal les explicaba, comenzaron a llorar porque no podrían ver a Swami.
De repente, las puertas interiores del bungalow de Bhagavan se abrieron y ¡Él salió! Caminaba de prisa.Yo estaba observando esto con atención desde el edificio de la universidad. En aquellos días, los estudiantes tenían un privilegio especial. Se trataba de ofrecer a Swami sandalias para que las usara cada vez que salía al sol o cuando tenía que pisar superficies espinosas e irregulares. Al darme cuenta de que hacía mucho calor, corrí adentro para conseguir un par para Swami. Me apresure y se las presente a Él. Swami me miró, se dio la vuelta y procedió a dar el darshan. Pensé que tal vez había obstruido a Swami y este acto mío resultó en que se molestara y rechazara la ofrenda.
Swami fue directamente a esos aldeanos, cuyas lágrimas de desaliento se transformaron en lágrimas de felicidad. Preguntó acerca de su lugar de origen y muy dulcemente les pidió que se sentaran en filas. Entonces caminó entre ellos y tomaron Padanamaskar. Swami no estaba satisfecho. Llamó a dos niños y les dijo que trajeran dulces del interior. Él mismo repartió los dulces, pero seguia sin estar conforme. Ordenó a los niños que sacaran fotos y las distribuyó entre todos. Incluso les dio Vibhuti. 25 minutos después, regresó muy contento.
Swami dice que Él puede enjugar las lágrimas (kanneeru tappinchu), y también llenar de lágrimas (kanneeru teppinchu) nuestros ojos. Mientras caminaba de regreso, me vio cabizbajo y muy amorosamente me llamó y dijo: “¡Bangaru! ¿Te diste cuenta, la pobre gente no tenía sandalias? ¿Cómo podría usarlas cuando vine en medio de ellos?” Ese es el amor de nuestro Señor.
 
Testimonio del Dr. T Ravi Kumar, Guardián Campus de Brindavan