SOBRE LA SIGNIFICACIÓN DE LA PASCUA DE RESURRECCIÓN …

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SOBRE LA SIGNIFICACIÓN DE LA PASCUA DE RESURRECCIÓN …
 
La Pascua​ ―también llamada Pascua de Resurrección, Pascua Florida, Domingo de Pascua, Domingo de Resurrección o Domingo de Pascua de la Resurrección― es la fiesta central del cristianismo, en la que se conmemora, de acuerdo con los evangelios canónicos, la resurrección de Jesucristo al tercer día después de haber sido crucificado.
 
La Pascua marca el final de la Semana Santa, en que se recuerda la muerte y resurrección de Jesús. A la Semana Santa le sigue un período de cincuenta días llamado Tiempo pascual, aunque este tiempo se inició al atardecer del Jueves Santo. Al igual que el Bautismo de Jesús indica el final del tiempo litúrgico de la Navidad, Pentecostés, marca el final del tiempo Pascual.
 
El Domingo de Pascua es una celebración que no se fija con relación al calendario civil.​ El Primer Concilio de Nicea (año 325 dC) estableció la fecha de la Pascua como el primer domingo después de la luna llena tras el equinoccio de primavera en el hemisferio norte, y fijó el equinoccio el 21 de marzo. Por lo tanto, la fecha varía entre el 22 de marzo y el 25 de abril. Dado que en las iglesias ortodoxas se sigue el calendario juliano, para el cual el 21 de marzo corresponde al 3 de abril según el calendario gregoriano, para estas comunidades la Pascua cae entre el 4 de abril y 8 de mayo.
 
Durante este día se realizan en distintos lugares del mundo procesiones religiosas, así como celebraciones litúrgicas. Las costumbres del Domingo de Resurrección varían en todo el mundo cristiano, pero la decoración de los huevos de Pascua es algo común en muchos países del mundo occidental.
 
Etimología
 
El término «pascua» proviene del hebreo פֶּסַח (Pesaj). En latín se escribe pascha transliteración del griego πάσχα (pásja), y este, a su vez del arameo פַּסְחָא (pásja); según la Real Academia Española de la Lengua, la forma vulgar del término pascua, por influencia del latín pascuum significa ‘lugar de pastos’, por alusión a la terminación del ayuno. Es decir, que esta palabra hace referencia a la acción de ‘festejar un paso, un tránsito, un cambio, una transformación’.
 
Y es que, el pueblo judío, en la fiesta de la Pascua (Pesaj), recuerda su paso a través del Mar Rojo, guiado por Moisés y quedando liberado de esta forma el pueblo elegido por Yahveh (Dios) de la esclavitud que padeció en Egipto.
 
Los cristianos, en cambio, con la fiesta de la Pascua conmemoran principalmente (pues, celebran varias fiestas de Pascua, por distintos motivos) el paso de Jesucristo de la muerte a la vida, su resurrección, acontecida en domingo, al tercer día de su muerte, para salvar al pueblo de Dios, que queda liberado así de las consecuencias de los pecados que lo alejan del Creador.
 
Este paralelismo semántico ineludiblemente conduce a otro, de naturaleza histórica, que es preciso tener en cuenta también para alcanzar a comprender el significado de este vocablo en ambas concepciones y su concomitancia, que la tiene pese a sus evidentes diferencias: Jesús, que era judío, celebró con sus discípulos su Última Cena durante la Pascua judía, concretamente al anochecer del jueves día 14 de Nisán, que es precisamente la fecha en la que los hebreos llevan a cabo la cena del cordero, rememorando la que precedió a su salida de Egipto; pero para los cristianos la Pascua no la constituye la conmemoración de esa última Cena sino que habiendo muerto Cristo en la cruz al día siguiente, viernes 15 de Nisán, resucitó el 17 de Nisán, domingo, y este es el objeto de su celebración: la Resurrección del Salvador.
 
A pesar de esta originaria coincidencia de fechas entre ambas festividades de la Pascua, la judía y la cristiana, que se prolongó durante los primeros siglos del cristianismo, ya no es fácil que se repita con frecuencia, porque el calendario judío seguía el ciclo lunar, compuesto por 354 días, mientras que, desde el Concilio de Nicea, la mayoría de los cristianos se rigieron por el calendario solar juliano reformado, de 365 días, y además pusieron el énfasis en el día de la semana en que tuvo lugar la Resurrección, el domingo, si bien los cristianos judíos de Oriente prosiguieron con el método judío, es decir, sin tener en cuenta en qué día de la semana pueda caer cada año el 17 de Nisán. Pero, para el resto del área de influencia del Imperio Romano primó que el día de la semana en que históricamente tuvo lugar la Resurrección fue el domingo, por eso para la Iglesia Católica la fiesta de Pascua tiene lugar siempre el domingo que sigue a la primera luna llena de cada primavera, pues tampoco se perdió de vista que, a fin de cuentas, el hecho trascendental que se celebra aconteció durante el mes de Nisán, el primer mes del calendario judío, el cual arranca coincidiendo con el equinoccio de la primavera en el hemisferio norte.
 
Origen de la Pascua
 
La actual Pascua cristiana hunde sus raíces en el año 1513 antes de Cristo, cuando, según la tradición hebrea, el pueblo judío emprendió su éxodo desde Egipto hacia la Tierra Prometida. La conmemoración de este hecho, celebrado cada año, como recordatorio de la liberación del pueblo hebreo de su esclavitud en Egipto, recibía y recibe aún hoy en el judaísmo el nombre de Pesaj o Pascua.
 
En la víspera del primer día, se comían hierbas amargas mojadas en vinagre, para recordar la tristeza de la servidumbre. Y se narraban en tono cadencioso cánticos que hacían alusión a las diez plagas de Egipto.
 
El cordero de Pascua era escogido por cada familia. Con el tiempo, la ceremonia de inmolación fue llevada a cabo por la clase sacerdotal.
 
Los primeros cristianos celebraban la Pascua a la par cronológica que la Pascua judía, hasta que el Primer Concilio de Nicea (en el 325 d. C.) separó la celebración de la Pascua judía de la católica, quitando a esta los elementos hebreos. Sin embargo, dejaron el carácter móvil de la fiesta recordando que Cristo resucitó en la Pascua hebrea. Hoy día la Iglesia Católica mantiene el carácter móvil de la fecha de Pascua.
 
Esta fiesta determina el calendario móvil de otras celebraciones: así, la Ascensión (el ascenso de Jesús al Cielo) tiene lugar 40 días después de la Pascua; Pentecostés 10 días después de la Ascensión y el Corpus Christi se conmemora en jueves 60 días después del domingo de Pascua.
 
La semana anterior a la Pascua de Resurrección es la Semana Santa, que comienza con el Domingo de Ramos (que recuerda la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén). La Octava de Pascua (popularmente conocida como «semana de Pascua») es la semana que sucede a este Domingo de Pascua (o Domingo de Resurrección). El tiempo pascual o tiempo de Pascua designa, en la liturgia católica, las semanas que van desde el Domingo de Resurrección hasta el de Pentecostés, aunque el ciclo pascual se inicia el Jueves Santo al atardecer, y ahí se le conoce hasta el Domingo de Pascua, como Triduo Pascual.
 
Significado teológico
 
El Nuevo Testamento enseña que la resurrección de Jesús, que celebra la Pascua, es fundamento de la fe cristiana. La resurrección estableció a Jesús como el Hijo de Dios y se cita como prueba de que Dios juzgará al mundo con justicia. Dios ha dado a los cristianos «un nuevo nacimiento a una esperanza viva por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos». Los cristianos, por la fe en el poder de Dios han de discernir espiritualmente con Jesús resucitado, para que se pueda caminar en una nueva forma de vida.
 
La Semana Santa, y la Pascua en particular, está ligada a través de la última Cena y la crucifixión de Jesús a Pesaj (la Pascua Judía) y al Éxodo del pueblo hebreo narrado en el Antiguo Testamento. De acuerdo con las Escrituras, Jesús, mientras preparaba a sus discípulos y a él mismo para su muerte durante la última cena, dio a la cena de Pascua un nuevo significado. Él identificó el pan y la copa de vino como su cuerpo antes de ser sacrificado y su sangre derramada. El apóstol Pablo, sobre la celebración de la Pascua dice:
“Despójense de la vieja levadura, para ser una nueva masa, ya que ustedes mismos son como el pan sin leudar. Porque Cristo, en nuestra Pascua, ha sido inmolado. Celebremos, entonces, nuestra Pascua, no con la vieja levadura de la malicia y la perversidad, sino con los panes sin levadura de la pureza y la verdad» (Apóstol Pablo de Tarso)
 
Práctica religiosa
 
La celebración de la Pascua de Resurrección se presenta de diferentes formas entre los cristianos occidentales. La práctica litúrgica tradicional, tal como se lleva a cabo entre los católicos y algunos luteranos y anglicanos, se inicia en la noche del Sábado Santo con la Vigilia Pascual. Así pues, la liturgia más importante del año comienza con la bendición del fuego pascual en la oscuridad total, la iluminación del cirio pascual (símbolo de Cristo resucitado) y el canto del Exultet (o pregón pascual), atribuido a San Ambrosio de Milán.
 
Después se leen numerosas lecturas del Antiguo Testamento: pasajes como las historias de la creación, el sacrificio de Isaac, el cruce del Mar Rojo y la anunciada venida del Mesías. Esta parte del servicio religioso culmina con el canto de Gloria y el Aleluya y con la proclamación de la Resurrección según el Evangelio.
 
En ese momento, y dependiendo de la costumbre local, se pueden tocar las campanas de los templos y encender las luces. A continuación, la atención se desplaza desde el altar a la pila bautismal. Durante este tiempo litúrgico, el sacerdote o celebrante de la Eucaristía va vestido de color blanco para celebrar la pureza y el ascenso de Cristo. Antiguamente, la Pascua se consideraba el momento ideal para que los conversos recibieran el bautismo, y esta práctica continúa dentro de la Iglesia Católica y la Iglesia Anglicana. Si hay bautizos en este momento o no, es tradicional que la congregación sea invitada a renovar los votos de su fe bautismal. Este acto es a menudo sellado por la aspersión de la congregación con el agua bendita. El sacramento católico de la Confirmación también puede ser celebrado durante la Vigilia.
 
En general, las misas tienen lugar como de costumbre, pero de manera más solemne y festiva, con abundantes instrumentos musicales y arreglos corales, incienso y un reiterativo Aleluya que se verá en el Salmo que se canta ese día, en la propia aclamación al Evangelio. La Vigilia Pascual concluye con la celebración de la Eucaristía (conocida en algunas tradiciones como la Sagrada Comunión).
 
Con algunas diferencias, ciertas iglesias prefieren mantener esta Vigilia desde muy temprano en la mañana del Domingo en vez del Sábado por la noche; las iglesias protestantes en especial, para reflejar el relato del Evangelio de las mujeres que acuden a la tumba al amanecer del primer día de la semana.
 
En países hispanos, y en particular en España, se llevan a cabo procesiones poniendo fin a la celebración de la Semana Santa. Muchas de ellas tienen como momento más destacado el Encuentro entre las imágenes de la Virgen y Cristo resucitado.
 
Fuente: Resumen sobre la significación de la Pascua Cristiana.