LAS PALABRAS DE HOY SON SÓLO LAS PALABRAS DE AYER – por Bhagavan Sri Sathya Sai Baba

      Comentarios desactivados en LAS PALABRAS DE HOY SON SÓLO LAS PALABRAS DE AYER – por Bhagavan Sri Sathya Sai Baba

 

LAS PALABRAS DE HOY SON SÓLO LAS PALABRAS DE AYER
 
por Bhagavan Sri Sathya Sai Baba
 
Durante el Treta Yuga, la segunda era del mundo, cuando Narada le preguntó a Ramachandra acerca de la naturaleza y características de Sus servidores y de los aspirantes espirituales, Él contestó lo siguiente:
 
¡Escucha, oh Narada! Los hombres que son Mis servidores están llenos de amor. Ellos siempre permanecen firmes en la rectitud; hablan la verdad, sus corazones se derriten de compasión. Carecen completamente de injusticia, siempre evitan el pecado; sus naturalezas están bien fundadas, renuncian alegremente a todo. Comen con moderación y constantemente están empeñados en hacer el bien a otros; no son egoístas, no están preocupados por las dudas y no prestan oídos a la lisonja. Están ansiosos de escuchar que se alabe la bondad de otros; tienen carácter fuerte, hermoso y santo. Los aspirantes espirituales (sadhakas) son los que se esfuerzan por adquirir tales cualidades y poseer tal carácter.
 
Ahora te diré acerca de aquellos que me son queridos. Cualquiera que esté empeñado en la repetición del Nombre del Señor, prácticas ascéticas y voto religioso, quien tenga autocontrol o disciplina, quienquiera que tenga fe, paciencia, camaradería, bondad y alegría, así como amor puro hacia Mí, me es querido.
 
También te hablaré acerca de Mis verdaderos devotos.Toda persona con discernimiento, desapego, humildad y juicio correcto, que esté consciente del conocimiento de la realidad, todo aquel que esté sumergido siempre en la contemplación de Mi leela, que more en Mi nombre en todo momento y bajo todas las condiciones y quien derrame lágrimas de amor siempre que escuche el nombre de Dios de cualquier labio, es Mi verdadero devoto.
 
De esta manera contestó Sri Rama a Narada. Asi, Dios protegerá en todas las formas y en todo momento a aquellos que lo adoran con amor completo e inmaculado como una madre protege a sus niños, una vaca salva del peligro a su ternero y los párpados protegen a los ojos, sin ningún esfuerzo y automáticamente. Cuando el pequeño se vuelve mayor, la madre no pondrá mucho cuidado en su seguridad. Del mismo modo, Dios no pone mucha atención en aquel que ha alcanzado el Conocimiento Supremo. El devoto provisto de buenas cualidades es como un infante de Dios. No tiene otra fuerza, excepto la fuerza de Dios. Para aquel que ha obtenido el Conocimiento Supremo, su propia fuerza es suficiente. Por lo tanto, hasta que uno pueda confiar en sus propias fuerzas, debe ser un niño en las manos de Dios, nadie puede llegar a ser un devoto de Dios sin forma, sin haber pasado por la etapa anterior. Por consiguiente, deberán crecer como los niños en el regazo de la madre y, subsiguientemente, llegar a alcanzar el Conocimiento Supremo, para que puedan confiar en sus propias fuerzas y ser libres. Sin embargo, ambos tienen la misma fuente de fortaleza, la madre. En verdad, afortunados son aquellos que realmente captan este secreto del sendero de la Devoción, desarrollan apego, fe, entrega, autocontrol y adoración centrada en el Señor y vigorizan los rasgos de su carácter, transformándose a si mismos en infantes de Dios, que obtienen todo como Él lo desea.
 
Todos aquellos que anhelan ser servidores de Dios, amados por Él o devotos dedicados sólo a Él, deberán tomar el sendero y el nombre correspondientes y actuar y vivir en consecuencia; el devoto deberá desarrollar las características de devoción arriba mencionadas; el que pretende ser querido y amado por el Señor deberá cultivar el amor a Dios; el que quiera dedicarse sólo a Él tiene que entregarse completamente a Dios. El mero leer y mover la lengua no son de utilidad alguna. La Bienaventuranza es precisamente el resultado de la acción. No depende de castas, raza o sexo.
 
Aun en aquellos días, cuando Sri Rama vino a ver a Sabari (famosa yoguini), mientras estaba alegremente compartiendo el festín de raíces y frutas seleccionadas y reservadas por Sabari para Él, después de que ella misma hubiera probado cada platillo, le preguntó de la siguiente manera: «¡Señor! No soy sino una mujer; además soy pobre de intelecto. Sobre todo, soy de nacimiento humilde. ¿Cómo puedo alabarte? ¡No sé qué hacer ni cómo!» Entonces, Sri Rama sonrió y dijo: «Sabari, Mi misión es tener parentesco sólo con la devoción. No tengo parentesco con raza ni con casta alguna. ¿De qué utilidad es poseer estado, riqueza y carácter sin devoción? Como la nube que no contiene lluvia, que vaga en todas direcciones en el cielo, esta gente sin devoción está a merced de los vientos, no obstante lo mucho de casta, riqueza, poder y fama que pueda poseer. Los devotos llegan a Mí a través de nueve senderos; cualquiera de ellos los conduce hasta Mí». Entonces Sabari rogó a Sri Rama que le describiera los nueve senderos, y Sri Rama respondió:
 
«1) El escuchar, 2) el cantar, 3) la recordación del Señor, 4) la adoración a los Pies del Señor, 5) el prosternarse, 6) el honrar, 7) el seva, 8) el apego a Dios, 9) la entrega a Dios.
 
Si el devoto practica sinceramente cualquiera de estos senderos, él puede alcanzarme. Estoy estrechamente relacionado con estas nueve formas de Devoción. Esa es la razón por la cual tú has podido conseguir tan fácilmente esta oportunidad de verme, de tocarme y de hablarme, una oportunidad que aun los yoguis encuentran difícil de obtener; has realizado hoy el propósito de tu vida. ¡Ve! Las palabras de hoy son solamente las palabras de ayer».
 
Fuente: Sobre el Amor (Prema Vahini) Cap. 23, por Sri Sathya Sai Baba.