SAI BHAGAVATHAM – Estancia de un Sanyasi en Puttaparthi – por Sri Narayan Kasturi

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SAI BHAGAVATHAM
 
Estancia de un Sanyasin en Puttaparthi
 
por Sri Narayan Kasturi
 
La siguiente anécdota relatada por el profesor Kasturi, uno de los devotos más cercanos de Sri Sathya Sai Baba y su biógrafo oficial, nos da un pequeño atisbo de la Divinidad de Bhagavan, Su omnipotencia, omnisciencia y omnipresencia.
 
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Hace dos años, tuve el privilegio de tener la compañía de un viejo e ilustrado sanyasi (un monje), llamado Amrithananda, durante unos 75 días en Puttaparthi. Había visto accidentalmente una imagen de Bhagavan Sri Sathya Sai Baba en Bangalore, mientras se dirigía a Sringeri (importante centro de peregrinaje en el sur de la India) para Navaratri, el gran festival anual dedicado a la adoración de la Divina Madre.
Cautivado por la dulce belleza de esa imagen, expresó el deseo de tener el darshan de Bhagavan. Cuando se enteró de que me iba a Puttaparthi al día siguiente, me buscó y me acompañó. Su plan era quedarse no más de tres días en Puttaparthi y luego dirigirse a Sringeri.
 
Swami Amrithananda tenía 85 años en ese momento; había tomado sanyas (vida monástica) de Su Santidad Sri Sri Narasimha Bharathi de Sringeri, durante las kumbhabhishekam (ceremonias asociadas con la apertura de nuevos templos) de los templos de Shankaracharya y Sarada Devi en Kaladi. Estuvo muchos años estudiando y practicando austeridades (tapas) en Sringeri y, según el mandato de Sri Sri Narasimha Bharathi, pasó un largo tiempo con Sri Ramana Maharji en Thiruvannamalai (Tamil Nadu).
 
Después de visitar lugares sagrados, incluidos Rishikesh, Dwarka y Puri, Swami Amrithananda pasó muchos años en el Himalaya, dedicado a japa (repetición del santo Nombre) y dhyana (meditación). Fue un gran sadhaka (practicante espiritual) y buscador, ansioso por tener el darshan de las grandes almas.También había practicado yoga, y su erudición le había ganado el aprecio de los líderes indios, incluidos el pundit Madan Mohan Malaviya y Bala Gangadhar Tilak.
 
Naturalmente, estaba muy interesado en esta gran persona porque podía citar los Vedas, Upanishads y Sastras [todas las escrituras] con gran facilidad. Tenía además un gran repertorio de historias y anécdotas relacionadas con su estadía con líderes indios, incluidos Gandhiji y Vinobhaji, así como con casi todos los líderes religiosos famosos de nuestra tierra.
 
Swami Amrithananda estaba, como dije, ansioso por ir a Sringeri para Navaratri, pero uno o dos días después de su llegada, sintió que Puttaparthi era el lugar donde le gustaría pasar el Dasara de ese año (otro nombre de Navaratri), con su práctica especial de japa habitual, etc. Dijo que la magnífica vista panorámica desde las orillas del río Chitravati (en Puttaparthi) le recordaba a Rishikesh en las estribaciones del propio Himalaya. Se sentía muy feliz y exaltado por los bhajans en Puttaparthi y, a pesar de su vejez, se sentaba durante las dos sesiones todos los días y nunca dejaba de obtener el placer supremo de ello.
 
Sri Sathya Sai Baba le concedió entrevistas prácticamente todos los días y supe que Swami Amrithananda le hacía a Baba muchas preguntas sobre yoga y advaita [filosofía de la no dualidad], a cada una de las cuales Baba le daba respuestas convincentes. Después de cada entrevista, Swami Amrithananda solía acercarse a mí con una amplia sonrisa y decirme: “¡Maravilloso! Este (Sathya Sai) Baba explica el Advaita como nadie más lo ha hecho hasta ahora”. “¡Oh! Nunca he conocido a ninguna persona que pudiera revelarme el yoga con tanta claridad”.
Recuerdo que un día se acercó a mí con una alegría inusual. Me pidió que me sentara cerca de él y me dio unas palmaditas en la espalda. Luego dijo: “Incluso si te ofrecen un palacio como regalo, no lo aceptes; permanece aquí en Prashanti Nilayam (la residencia de Sri Sathya Sai Baba en Puttaparthi). Él [Sathya Sai] es el mismo Shiva”.
 
Yo estaba de hecho emocionado. “Durante 32 años”, dijo, “he viajado por todo el Himalaya sólo para este gurú y ahora, por fin, he ganado mi carrera. Mis reverencias a la chica que me habló de Sri Sathya Sai Baba y me mostró su foto en Bangalore. Habiendo tenido Su darshan, sé que no tengo más nacimiento. Pero si tuviera otro nacimiento, no olvidaré a esa niña y la dirección oportuna que me dio.Tengo una gran deuda de gratitud con ella”.
 
Eso fue lo que expresó el Sanyasi de 85 años, ese día, con lágrimas de gozo brotando de sus ojos. Me dijo que el mismo Baba se había referido durante una entrevista sobre el Ganapati homam [adoración ceremonial de Ganesha] que Amrithananda había realizado hacia 68 años durante 41 días; Swami reveló los elaborados mantrams con los que hizo el homa. Baba aseguró que, por fin, ese día, se había dado cuenta del fruto de ese Ganapati homam; y le concedió una visión por la que había deambulado y luchado durante años y años.
 
No es de extrañar que Swami Amrithananda decidiera quedarse. Sé que discutió con Bhagavan el plan que tenía para construir un Veda Pathashala [escuela donde se enseñan los Vedas] en el norte de la India. Comprendió por Baba que su asma era el resultado de algunas prácticas yóguicas erróneas por las que había pasado en Skandaguha [cuevas] en Thiruvannamalai; Baba también le aclaró algunos puntos en el Ramana Gita (en el que, dicho sea de paso, el nombre de Swami Amrithananda aparece como Amrithananda-yathindra).
 
Cuando finalmente Swami Amrithananda dejó Puttaparthi, lo acompañé hasta Bangalore. Durante todo el viaje, habló en términos entusiastas sobre el Avatar que tuvo el privilegio de conocer y me felicitó por mi gran suerte y la oportunidad de autorrealización que había tenido. También llegué a saber que había una razón más profunda para su alegría. Reveló que Baba le había asegurado que, dondequiera que fuera, en cualquier lugar donde pudiera estar en sus últimos días, tendría el darshan del Señor antes de su muerte.
 
Estoy seguro de que cuando Swami Amrithananda dejó su cuerpo mortal en Thirukkazukunram (un lugar en el sur de la India), debe haber recibido ese supremo darshan; y debe haber cerrado los ojos con la dulce belleza de Sri Sathya Sai Baba aprisionada dentro de los párpados.
 
Fuente: Relato del Profesor Kasturi publicado en Sanathana Sarathi, febrero de 1958.